Los guardianes de la ciudad



Había una vez, en la bulliciosa ciudad de México, tres valientes guardias llamados Willy, Miguel y Jesús. Su misión era proteger a los habitantes y asegurarse de que todos estuvieran seguros.

Un día, mientras patrullaban por el parque central, vieron a una madre angustiada buscando desesperadamente a su pequeño hijo. Evan, un niño de cinco años muy curioso e inquieto, se había alejado de su mamá sin darse cuenta.

Caminó por las calles llenas de gente hasta llegar a una casa abandonada. Mientras exploraba el lugar solitario y oscuro, se encontró con otro niño perdido llamado Lucas. - ¡Hola! ¿Tú también estás perdido? - preguntó Evan con voz temblorosa. - Sí, me llamo Lucas.

Me separé de mi papá en el mercado y no sé cómo volver con él - respondió Lucas preocupado. Evan sintió compasión por su nuevo amigo y recordó lo importante que era ayudarse mutuamente en momentos difíciles.

Decidió que juntos encontrarían el camino de regreso a sus hogares. Mientras tanto, los guardias Willy, Miguel y Jesús seguían buscando al niño desaparecido.

Recorrieron cada calle del vecindario preguntando a todas las personas si habían visto a Evan o sabían algo sobre él. Finalmente llegaron al parque donde la madre había visto por última vez a su hijo. Allí encontraron a un señor amable que les contó haber visto dos niños caminando juntos hacia una casa abandonada cercana.

Los guardias rápidamente se dirigieron hacia ese lugar y encontraron a Evan y Lucas. Los niños se abrazaron aliviados al ver a los guardias, quienes les sonrieron cálidamente. - ¡Estamos aquí para llevarlos de regreso a casa! - dijo Willy amablemente.

En el camino de vuelta, Evan y Lucas le contaron a los guardias lo ocurrido y cómo habían aprendido la importancia de no alejarse solos.

Los guardias les explicaron que siempre es mejor quedarse cerca de un adulto conocido para evitar perderse. Al llegar a sus hogares, las mamás de Evan y Lucas los recibieron con lágrimas en los ojos. Estaban tan felices y aliviadas de encontrar a sus hijos sanos y salvos.

Agradecieron enormemente a los valientes guardias por su ayuda. Desde ese día, Evan y Lucas se hicieron amigos inseparables.

Juntos aprendieron sobre la importancia de seguir las instrucciones de sus padres, quedarse cerca cuando salen a lugares públicos y buscar ayuda si alguna vez se sienten perdidos o inseguros.

Los guardianes Willy, Miguel y Jesús también aprendieron una valiosa lección: que su trabajo era más que solo proteger físicamente a las personas; también podían marcar una diferencia en la vida de los demás brindando apoyo emocional cuando más lo necesitaban. Y así, esta historia nos enseña que incluso en momentos difíciles, siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos si sabemos pedirlo.

Además, nos recuerda la importancia de la amistad verdadera y el cuidado mutuo. Juntos podemos superar cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino.

FIN.

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