Los guardianes de la granja
Había una vez un aula de tercer grado donde todos los niños y niñas eran muy curiosos y amantes de los animales.
Un día, la maestra decidió llevar algunos animales de granja para que los niños pudieran aprender sobre ellos en persona. Cuando llegaron al aula, se encontraron con cinco animales: una vaca llamada Lola, un cerdo llamado Pancho, una oveja llamada Estrellita, un pato llamado Quacky y un gallo llamado Coco.
Los niños estaban emocionados por conocer a estos nuevos amigos animals y emplumados. La maestra les explicó que cada uno de ellos tendría la responsabilidad de cuidar a uno de los animales durante toda la semana.
Esto significaba alimentarlos, darles agua y asegurarse de que estuvieran cómodos en su nuevo hogar temporal. Los días pasaron y los niños aprendieron mucho sobre sus nuevos compañeros. Descubrieron cómo se alimentaban, cómo se comunicaban entre sí e incluso aprendieron algunas canciones junto con el gallo Coco.
Un día, mientras todos estaban sentados en el aula escuchando atentamente las historias del pato Quacky, algo inesperado ocurrió. El perro del vecino entró corriendo al aula persiguiendo al gato callejero del barrio.
Todos salieron corriendo asustados hacia las esquinas del salón. Lola la vaca rápidamente saltó hacia adelante para proteger a los niños con su gran cuerpo. Pancho el cerdo gruñó valientemente al perro intentando espantarlo mientras Estrellita la oveja balaba fuertemente tratando de asustar al gato.
En medio del caos, Coco el gallo comenzó a cantar a todo pulmón. Era un canto tan fuerte y vibrante que hizo que el perro y el gato se detuvieran en seco.
Los niños, sorprendidos por la valentía de los animales, comenzaron a aplaudir y vitorear. Después de ese incidente, todos los animales fueron considerados héroes en el aula.
Los niños entendieron la importancia de cuidar a los demás y trabajar juntos como equipo para superar cualquier desafío. Los días pasaron y llegó el momento de despedirse de los animales. Cada uno de ellos volvió felizmente a su hogar en la granja donde pertenecían.
Los niños estaban tristes por verlos partir, pero sabían que siempre tendrían esos recuerdos especiales en sus corazones. Desde aquel día, todos los niños del aula aprendieron una lección importante: que no importa cuán pequeños sean, pueden hacer grandes cosas cuando trabajan juntos y se apoyan mutuamente.
Y así fue como aquel grupo de cinco animales de granja inspiró e educó a cinco niños y cinco niñas en un pequeño salón de tercer grado. Juntos demostraron que con amor, valentía y trabajo en equipo ¡nada es imposible!
FIN.