Los Guardianes de la Luz
Érase una vez, en un reino muy lejano, un lugar llamado Luminalia. Luminalia era un lugar lleno de colores vibrantes, risas y alegría. Sin embargo, había una zona de este reino que caía en la tristeza y la oscuridad: La Sombra de la Noche, un bosque donde la luz del sol no lograba entrar.
Los habitantes de Luminalia evitaban pasar por allí. La gente decía que estaba lleno de tristeza, pobreza y decepción. Sin embargo, tres amigos valientes —Luzia, un hada pequeña con alas brillantes; Severo, un caballero de madera y Corazón, un valiente perro callejero— decidieron aventurarse en este bosque para ver qué secreticos escondía.
"¿Por qué será que todos le tienen miedo a este lugar?" - preguntó Luzia, mientras revoloteaba sobre la cabeza de Corazón.
"No lo sé, pero si hay algo que me molesta, es que todos lo rechacen sin siquiera conocerlo" - respondió Severo con su voz profunda.
"A veces, lo que parece desagradable por fuera es hermoso por dentro" - afirmo Corazón con su cola moviéndose de un lado a otro.
Cuando entraron al bosque, se encontraron entre árboles negros y sombras espesas. En lugar de sentir miedo, los amigos comenzaron a darse cuenta de que había un gran silencio, y en el silencio, podían oír unos susurros.
"Escuchá, amigos. Hay algo aquí que nos llama" - dijo Luzia emocionada.
Siguiendo los susurros, llegaron a un claro iluminado por una luna mágica que parecía brillar por sí sola. Allí encontraron a un pequeño grupo de criaturas tristes. Eran los Traslucidos, seres que habían sido rechazados por los habitantes de Luminalia porque eran diferentes y no encajaban en el mundo colorido.
"¿Por qué están tan tristes?" - preguntó Luzia al grupo.
"Nosotros no somos como los demás... Un mundo donde todo brilla y es perfecto no tiene espacio para nosotros" - respondió uno de los Traslucidos, con un suspiro profundo.
Los amigos decidieron ayudarlos. Juntos, comenzaron a contarles historias sobre amigos y la importancia de la diversidad. Severo enseñó a los Traslucidos a usar su luz interior para brillar, mientras que Corazón les mostró cómo jugar y reír.
"Nadie tiene que ser ignorado por ser diferente, cada uno de nosotros es especial" - dijo Corazón mientras movía su cola felizmente.
Poco a poco, las criaturas comenzaron a recordar cómo divertirse y a creer en sí mismas. Pero un día, llegó el Príncipe de la Luz, quien estaba muy confundido porque los Traslucidos estaban dejando de ser oscuros y tristes.
"¡¿Qué está pasando aquí? !" - exclamó el príncipe, se marchaba de rabia.
Luzia, sin miedo, voló hacia él y le dijo:
"Los Traslucidos no son mentiras ni falsedades, son seres con emociones y sueños. Ahora están aprendiendo a brillar con su propia luz."
El príncipe, dudando, se acercó a los Traslucidos y vio que, efectivamente, comenzaban a resplandecer.
"Nunca me había dado cuenta de que podían ser tan bellos" - admitió, mientras sus ojos se llenaban de asombro.
Sorprendido, el príncipe retrocedió y finalmente entendió que incluso las sombras podían tener su propia belleza. Rápidamente, volvió a Luminalia y reunió a los habitantes para que conocieran a los nuevos amigos.
"¡Vengan! Todos deben ver que la diversidad hace nuestro reino más hermoso!" - gritó emocionado.
Y así, los Traslucidos fueron invitados a unirse al reino. Volvieron a ser parte de Luminalia, y con su llegada, el bosque oscuro se convirtió en un lugar lleno de luz y risas.
A partir de ese día, Luminalia entendió que no importa si uno tiene imperfecciones o viene de un lugar diferente. Todos pueden unir sus luces para crear un jardín brillante donde cada color tiene su lugar. Desde entonces, el reino fue conocido como un lugar de aventuras y amistad, donde la diversidad era celebrada y el amor brillaba por doquier.
Y así, nuestros amigos aprendieron que la verdadera belleza no es la perfección, sino la aceptación y la voluntad de encontrar luz en las sombras.
FIN.