Los Guardianes de las Mascotas de la Escuela 138



La historia comienza en la Escuela 138, donde un grupo de amigos compuesto por Lola, Tomi, Sofía y Mateo, tenían un profundo amor por los animales. Un día, mientras jugaban en el patio, Sofía vio a un perro callejero.

"¡Miren! ¡Ese perrito está solo!" - gritó Sofía, señalando al perro que se asomaba entre las plantas.

"Pobrecito, parece tener hambre" - dijo Tomi, acercándose para acariciarlo.

"¡Deberíamos llevarlo a casa y darle de comer!" - sugirió Lola con entusiasmo.

"Es una buena idea, pero... ¿qué haríamos después?" - preguntó Mateo, preocupado.

Después de una corta charla, decidieron llevar al perro a casa de Sofía, quien tenía una gran familia con mucha experiencia en el cuidado de mascotas. Esa tarde, el perrito recibió una ducha, buena comida y mucho amor. Sin embargo, Sofía se dio cuenta de que la familia ya tenía una mascota.

"Chicos, hay un problema. Mi mamá dice que no podemos quedarnos con él. Ya tenemos a Rocco, nuestro gato" - comentó Sofía apenada.

"Pero no podemos dejarlo en la calle" - dijo Tomi, mientras los otros amigos asintieron, preocupados.

"¿Y si hacemos una campaña para encontrarle un hogar?" - propuso Mateo, iluminándose.

La idea de Mateo motivó al grupo. Se les ocurrió hacer una huelga de postercitos en el barrio y pedir ayuda en la escuela. Con sus carteles en las manos y una sonrisa en el rostro, fueron recibiendo a la gente del barrio para hablar de la importancia del cuidado y la adopción de mascotas.

A medida que más y más personas veían el perrito, comenzaron a preguntar sobre él, y así, el grupo se fue llenando de esperanzas. Todos sentían un compromiso, además de la alegría de encontrarle un hogar al dulce perrito.

Un par de días después, un hombre que paseaba por el barrio, se detuvo ante el cartel de los chicos.

"Hola, chicos. ¿Este perrito está en adopción?" - preguntó con curiosidad.

"Sí, señor! Se llama Max y necesita un hogar con mucho amor" - contestó Sofía con determinación.

"Yo estoy buscando un compañero para mi hija. ¿Puedo conocerlo?" - indicó el hombre, sonriendo.

Los amigos guiaron al hombre hasta su casa, y Max, en cuanto vio al hombre, movió la cola felizmente. Era como si supiera que estaba a punto de encontrar un nuevo hogar. Tras un rato compartiendo momentos divertidos entre Max y el hombre, este decidió llevárselo.

Los chicos sintieron alegría en sus corazones, lograron encontrarle un hogar a Max. Decidieron hacer una fiesta de despedida para su nuevo amigo. Así, el patio de la escuela se llenó de risas y juegos mientras celebraban el amor por los animales.

A partir de ese día, los cuatro amigos se comprometieron a seguir ayudando a otros animales necesitados.

"¡Seremos los guardianes de las mascotas!" - proclamó Mateo.

Así, en la Escuela 138 se continuaron realizando campañas de adopción y cuidando de otros animales de la zona.

Con el tiempo, la escuela se convirtió en un lugar donde no solo se aprendía sobre materias, sino también sobre la importancia del amor, la responsabilidad y la adopción de mascotas. Todos estaban felices de haber hecho la diferencia en la vida de Max, y, sobre todo, de haber aprendido que el cuidado responsable de nuestras mascotas es el mejor regalo que podemos ofrecerles.

FIN.

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