Los Guardianes de los Cuentos



Era un día soleado en el colegio Lourdes, y los alumnos se preparaban para su clase de lengua. La maestra, la señora Clara, les dijo:

"Hoy, vamos a aprender sobre cuentos. Pero primero, quiero que cierren los ojos y se imaginen un mundo lleno de historias. ¿Qué personajes ven?".

Los chicos cerraron los ojos y comenzaron a soñar: un dragón, una princesa, un lobo astuto. Pero de repente, un viento fuerte comenzó a soplar y, al abrir los ojos, ¡se encontraron en un mundo mágico lleno de cuentos!"¿Dónde estamos?" - preguntó Mateo, el más curioso de la clase.

"¡Este es el mundo de los cuentos!" - exclamó Sofía, admirando los coloridos árboles de caramelo y el río de chocolate.

Pero pronto se dieron cuenta de que algo no andaba bien. El cielo comenzó a oscurecerse y una sombra apareció.

"¡Yo soy el Narrador Oscuro!" - rugió un vozarrón. "He venido a borrar todos los cuentos y dejar solo finales tristes. ¡Nadie podrá soñar con aventuras jamás!".

Los niños y niñas se miraron preocupados. No podían dejar que eso sucediera.

"¡Debemos hacer algo!" - dijo Tomás con determinación. "No podemos dejar que se acaben nuestras historias".

"Pero, ¿cómo lo hacemos?" - preguntó Lucía, sintiéndose insegura.

"¡Tengo una idea!" - dijo Mateo, iluminándose. "Recordemos las historias que más nos gustan. Si podemos unir nuestros poderes, tal vez logremos vencer al Narrador Oscuro".

Así, juntos se pusieron a contar sus historias favoritas: Caperucita Roja, El Patito Feo, La Bella Durmiente... Con cada cuento que narraban, el cielo comenzaba a iluminarse un poco más.

"¡Esto está funcionando!" - gritó Sofía emocionada. "¡Sigamos!".

Pero el Narrador Oscuro no se dejaría vencer fácilmente. De repente, agitando su varita mágica, comenzó a transformar los cuentos en pesadillas. Un monstruo de siete cabezas apareció de la nada.

"¡Ríndanse, pequeños soñadores!" - gritó el monstruo.

"¡No!" - respondió Tomás con valentía. "Juntos podemos derrotarlo. Cada cuento que mencionemos lo volverá menos poderoso".

Uno a uno, comenzaron a recordar cuentos clásicos y personajes valientes. Ante cada mención, el monstruo perdía fuerza. Los ojos de los pequeños brillaban con esperanza mientras se atrevían a relatar historias de magia y amistad.

Finalmente, cuando todos los cuentos habían sido relatados, el monstruo se desvaneció en una nube de polvo de estrellas. La señora Clara, que estaba allí como guardiana del mundo de las historias, apareció con una gran sonrisa y dijo:

"¡Lo lograron, chicos! Recordar y contar historias es lo que mantiene viva nuestra imaginación".

"¿Pero, qué pasa con el Narrador Oscuro?" - preguntó Lucía, mirando a su alrededor.

"No puedo ser vencido tan fácilmente, pequeños" - retó el Narrador Oscuro desde la distancia, pero su voz ahora sonaba más débil. "Mis sombras pueden regresar".

"No lo permitiré." - dijo Mateo con firmeza. "La unión hace la fuerza. Si seguimos contando, siempre habrá luz en nuestro mundo".

Con sus nuevos aliados, los chicos formaron un gran círculo. Juntaron sus manos y, llenos de coraje, comenzaron a narrar historias de amor, amistad y valentía, creando un poderoso brillo que resonó por todo el mundo de los cuentos.

"¡Nunca dejen de contar!" - gritó Sofía al unísono con sus amigos.

Y así, el Narrador Oscuro se desvaneció, dejando solo un eco lejano. El cielo se volvió a iluminar, y el mundo de los cuentos recuperó su magia. Una vez más, los niños del colegio Lourdes regresaron al hogar, pero no sin antes prometerse:

"Cada vez que cuente una historia, voy a recordar lo que aprendí aquí".

Desde ese día, los niños y niñas comprendieron que los cuentos no solo eran palabras en un papel, sino puertas a mundos maravillosos que debían ser preservados. Y aunque fueron solo pequeños guardianes ese día, sus corazones llevaban la promesa de cuidar siempre de la magia de las historias, creando sus propias aventuras cada vez que abrían un libro.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, pero el viaje por la imaginación nunca termina.

FIN.

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