Los Guardianes de Piriguazú
En la mágica escuela de Piriguazú, los alumnos estaban siempre llenos de energía y alegría. Todos los días, justo al despertar, se escuchaba un eco vibrante en los pasillos de la escuela.
"¡Hoy es un gran día para hacer ejercicio!" - decía Tita, la más entusiasta del grupo mientras saltaba con su cuerda.
"¡Claro! Pero también deberíamos preparar un desayuno saludable!" - le respondía Nico, que siempre traía frutas frescas de su jardín.
Así, la rutina de los alumnos siempre comenzaba con una actividad física divertida y continuaba con un desayuno nutritivo. Un día, mientras disfrutaban de unos sabrosos batidos de frutas, su maestra Valeria entró al salón con una gran sonrisa en el rostro.
"¡Buenos días, niños! Tengo una idea brillante para nuestro próximo proyecto. Vamos a organizar una competencia de deportes saludables para toda la escuela!" - anunció, y los alumnos estallaron en gritos de emoción.
"¿Qué tipo de deportes?" - preguntó Briana, muy curiosa.
"Podemos hacer una carrera de relevos, un torneo de fútbol y, por supuesto, una exhibición de yoga. Pero, para ganar, no solo debemos mostrar nuestras habilidades deportivas, sino también nuestra dedicación a mantenernos saludables en la alimentación y el ejercicio." - explicó Valeria.
Los alumnos empezaron a prepararse. Formaron equipos y cada uno se comprometió a cuidar su cuerpo. Iban al parque a hacer ejercicios, aprendían recetas saludables de cocina, y hasta hacían meditaciones juntas.
"¡Yo voy a hacer una ensalada de frutas para el evento!" - dijo Tita.
"Y yo prepararé una torta de avena, ¡súper rica y energética!" - agregó Nico.
Sin embargo, a medida que se acercaba la fecha, un grupo de alumnos menos motivados, liderados por un chico llamado Octavio, comenzó a bromear sobre el enfoque saludable.
"¡Qué aburrido! No entiendo por qué tienen que ser así. A mí me gusta comer papas fritas y galletitas!" - dijo Octavio riendo mientras se comía un paquete de galletitas.
"Octavio, cuidar el cuerpo no es aburrido. Se siente bien estar saludable y lleno de energía!" - le contestó Briana, aunque Octavio se reía y se alejaba.
El día del evento llegó y toda la escuela estaba emocionada, pero Octavio y su grupo estaban un poco rezagados. Decidieron hacer trampa y no se prepararon en el sentido adecuado. Durante la carrera, comenzaron a sentir el cansancio, mientras los demás alumnos seguían corriendo con entusiasmo.
"¡Vamos, chicos! ¡No se rindan! ¡Recuerden cómo nos preparamos!" - gritó Tita desde la meta.
Octavio se dio cuenta de que le faltaba energía, justo cuando estaba a punto de darse por vencido. Mirando a su alrededor, vio a sus compañeros saltando y disfrutando de la competencia. Recordó los desayunos llenos de vitaminas y las risas compartidas durante los ejercicios.
"Chicos, esperen! No puedo más y estoy por caer. ¡No me siento tan bien!" - gritó Octavio.
Tita, que estaba a su lado, se acercó rápidamente.
"¿Estás bien, Octavio?" - le preguntó, preocupada.
"No, comí muchas galletitas y no me alimenté como debería." - dijo Octavio con voz de arrepentimiento
"Siempre hay tiempo para empezar de nuevo, ven, tómate un poco de agua y luego únete a nosotros. Practiquemos todos juntos el yoga antes de continuar!" - respondió Tita.
El grupo de Tita lo ayudó a recargarse con agua y algunos snacks saludables. Octavio decidió unirse y, mientras todos hacían yoga, comenzó a sentirse mejor.
A medida que avanzaba el día, Octavio se dio cuenta de lo bien que se sentía cuidando su cuerpo y decidió aliarse con sus compañeros, disfrutando de cada actividad.
"¡Esto es re divertido!" - afirmó, sonriendo.
La participación de todos fue un éxito, y aunque el equipo de Octavio no ganó, todos se sintieron victoriosos. Al final del día, Valeria se acercó a ellos.
"Estoy tan orgullosa de cada uno de ustedes. ¡Lo importante ha sido que aprendieron que cuidar del cuerpo y trabajar en equipo hace la diferencia! ¡Y eso vale mucho más que un premio!"
Desde aquel día, Octavio se convirtió en parte del equipo saludable.
"Voy a empezar a comer mejor y a hacer ejercicio. ¡Gracias por ayudarme!" - les gritó.
Y así, los alumnos de Piriguazú se convirtieron en los verdaderos guardianes de su salud, inspirando a otros a hacer lo mismo. Nadie en la escuela volvió a dudar que cuidar el cuerpo también podía ser divertido, y juntos nunca dejaron de aprender y disfrutar en su aventura por ser más saludables.
FIN.