Los Guardianes de Tingo María
Era un soleado día en Tingo María, y los estudiantes del Colegio Sagrada Familia estaban emocionados por el evento que se celebraría en la plaza central de la ciudad. La Junta Vecinal había organizado una jornada de concientización sobre la seguridad y la convivencia pacífica en el barrio. Todos los chicos estaban ansiosos por participar y aprender.
"- ¡Va a ser un día increíble!", exclamó Lucía, una de las más entusiastas del grupo.
"- Sí, y vamos a conocer a los miembros de Seguridad Ciudadana!", agregó Mateo, que soñaba con ser un policía algún día.
Al llegar a la plaza, los estudiantes encontraron varios stands decorados con globos y pancartas coloridas. La junta vecinal había dispuesto diversas actividades, donde los chicos podían aprender sobre la importancia de trabajar juntos para vivir en un lugar seguro.
"- ¡Hola, chicos!", saludó la mamá de Lucía, que era parte de la junta. "Hoy vamos a hacer juegos y aprender sobre cómo cuidarnos unos a otros. Estoy segura de que les va a gustar mucho."
"- ¿Qué tipo de juegos?" preguntó Mateo, intrigado.
"- Vamos a jugar a ser detectives de seguridad", respondió su mamá con una sonrisa. "Tendrán que resolver misterios y encontrar pistas sobre cómo mantener el barrio seguro."
Los estudiantes se dividieron en equipos y comenzaron a jugar. En uno de los juegos, tenían que ayudar a un pequeño pájaro que se había perdido. Tenían que pensar en formas seguras para guiarlo de vuelta a su hogar. Mientras discutían las estrategias, una pequeña voz se escuchó detrás de un árbol.
"- ¡Ayuda!", gritó un pequeñito, que estaba atrapado en un arbusto.
Todos se miraron alarmados. Lucía, que siempre había sido valiente, no dudó en actuar. "- ¡Vayamos a ayudarlo!", dijo.
"- ¡Yo voy!" exclamó Mateo, corriendo hacia el niño. Los demás los siguieron rápidamente. Cuando llegaron, el niño los miraba con ojos asustados.
"- No te preocupes, estamos aquí para ayudarte", dijo Mateo mientras trataba con cuidado de liberar al niño. El grupo trabajó en equipo: una ayudaba desde un lado, otra desde el otro, mientras Lucía le hablaba al pequeñito para calmarlo.
Al final, lograron sacarlo del arbusto.
"- ¡Gracias! No sabía cómo salir de ahí!", dijo el niño, muy aliviado.
"- Siempre es bueno pedir ayuda", le explicó Lucía. "Así es como mantenemos a nuestra comunidad unida y segura."
La señora de la Junta Vecinal los observaba desde la distancia y sonreía orgullosa. Decidió premiar a los chicos por su valentía y trabajo en equipo. "- Chicos, estoy muy orgullosa de ustedes por ayudar a ese niño. Como agradecimiento, podrán participar en la próxima reunión de Seguridad Ciudadana y dar sus ideas sobre cómo mejorar la seguridad en el barrio. ¿Qué les parece?"
"- ¡Genial!", respondieron todos a coro, emocionados.
El evento fue un éxito y sirvió para que los chicos no solo aprendieran sobre seguridad, sino también sobre la importancia de ayudar a los demás. Al regresar a sus casas, todos llevaron una gran sonrisa en sus rostros, recordando el impactante día que habían vivido.
Desde ese día, los estudiantes del Colegio Sagrada Familia decidieron formar un grupo que se reuniría semanalmente para pensar en formas de mejorar su barrio. Se hacían llamar a sí mismos “Los Guardianes de Tingo María” y comenzaron a realizar pequeñas acciones, desde charlas sobre seguridad hasta organizando limpiezas en el vecindario.
La comunidad empezó a notar sus esfuerzos y pronto más amigos y vecinos se unieron a la causa. Nadie imaginaba que un simple evento de concientización pudiera transformarse en una hermosa unión entre chicos y adultos, trabajando juntos para hacer de Tingo María un lugar seguro y amigable para todos.
Y así, los Guardianes aprendieron que, aunque son pequeños, juntos pueden lograr grandes cambios. Y que la seguridad y la amistad son la mejor forma de cuidar a su ciudad.
FIN.