Los guardianes del Árbol mágico
En un hermoso bosque, vivían cinco amigos muy especiales: Abeja, Ala, Arena, Ana y Árbol. Cada uno de ellos tenía habilidades únicas que los hacían únicos en el bosque.
Abeja era una abejita muy trabajadora que siempre estaba recolectando néctar para hacer la miel más deliciosa del bosque. Ala era un pájaro con unas alas enormes que le permitían volar muy alto y ver todo lo que sucedía a su alrededor.
Arena era un cangrejo que vivía en la orilla del río y construía castillos de arena increíbles. Ana era una ardilla muy ágil que saltaba de árbol en árbol reagarrando nueces y frutos secos.
Y por último, Árbol era el guardián del bosque, un viejo roble sabio y fuerte que cuidaba a todos los seres vivos que habitaban en él. Un día, una gran tormenta azotó el bosque y derribó muchos árboles, incluyendo al querido amigo Árbol.
Todos los habitantes del bosque estaban tristes por la pérdida de su amigo y no sabían qué hacer sin él. "¡Oh no! ¿Qué haremos ahora sin nuestro querido Árbol?" -exclamó Abeja con tristeza.
"Tranquilos amigos, debemos encontrar una solución para ayudar a nuestro querido Árbol" -dijo Ala con determinación. "¡Sí! Debemos trabajar juntos para salvarlo" -agregó Arena levantando una pinza llena de arena. "Tal vez podamos recolectar algunas semillas para plantar un nuevo árbol" -sugirió Ana mientras saltaba de rama en rama.
Así fue como los cinco amigos se pusieron manos a la obra.
Abeja buscaba las flores más hermosas para polinizarlas y obtener semillas, Ala volaba alto para encontrar el mejor lugar donde plantar el nuevo árbol, Arena preparaba la tierra con su pinza experta, Ana recogía las semillas más grandes y jugosas, y juntos encontraron el lugar perfecto para plantar al nuevo amigo del bosque. Día tras día cuidaron del pequeño brote con amor y dedicación.
Regaban sus raíces con agua fresca del río, lo protegían de los animales curiosos y le cantaban canciones alentadoras para darle fuerzas. Finalmente, después de mucho tiempo y esfuerzo, el pequeño brote creció hasta convertirse en un hermoso árbol joven lleno de vida.
Todos los habitantes del bosque celebraron con alegría la llegada del nuevo miembro a la familia.
"¡Gracias amigos por nunca rendirse! Gracias a su trabajo en equipo hoy tenemos un nuevo amigo que nos acompañará por siempre" -dijo emocionado Árbol mirando orgulloso al joven retoño. Y así comprendieron que trabajando juntos podían superar cualquier desafío y lograr grandes cosas.
Desde ese día en adelante, Abeja siguió haciendo miel dulce como la amistad entre ellos; Ala volaba alto recordando siempre mantenerse cerca unos de otros; Arena construía castillos sólidos como sus lazos de amistad; Ana saltaba feliz entre las ramas recordándoles lo importante que es cuidarse mutuamente; y Árbol seguía siendo el guardián sabio enseñándoles valiosas lecciones sobre trabajo en equipo y solidaridad.
FIN.