Los guardianes del bosque
Martina, Tomás y Juan eran tres amigos que amaban jugar en el bosque. Un día, mientras jugaban a las escondidas, Martina se topó con algo extraño entre los arbustos. - ¡Chicos! ¡Vengan rápido! - gritó Martina emocionada.
Tomás y Juan corrieron hacia ella para ver qué era lo que había encontrado. Allí, escondido entre las hojas, había un pequeño polluelo de búho. - ¿Qué hacemos con él? - preguntó Tomás preocupado.
- Debemos cuidarlo hasta que pueda volar por su cuenta - respondió Martina decidida. Los niños tomaron al polluelo y lo llevaron a casa de Martina para cuidarlo. Le dieron agua y comida y lo mantuvieron caliente bajo una manta suave.
El búho estaba asustado al principio, pero pronto se sintió cómodo gracias al amor y la atención de los niños. Con el tiempo, el polluelo creció fuerte y sano.
Los niños le enseñaron a cazar ratones en el jardín trasero de la casa de Martina. Y cuando llegó el momento adecuado, dejaron que volara libremente en el bosque donde habían encontrado a su amigo emplumado por primera vez.
Pero un día, mientras estaban caminando por el bosque como siempre lo hacían después del colegio, escucharon un ruido extraño proveniente del otro lado del camino. Al acercarse vieron algo triste: unos cazadores habían atrapado varios animales silvestres en jaulas pequeñas para luego venderlos ilegalmente como mascotas exóticas.
Los niños no podían dejar que eso sucediera, así que idearon un plan para liberar a los animales. Usando las habilidades que habían aprendido al cuidar del polluelo de búho, pudieron abrir las jaulas y liberar a los animales.
Los cazadores se dieron cuenta de lo que los niños habían hecho y corrieron tras ellos. Los niños corrieron tan rápido como pudieron, pero uno de ellos tropezó y cayó al suelo.
Los cazadores estaban cada vez más cerca cuando oyeron un fuerte graznido. El búho había venido en ayuda de sus amigos. Con sus grandes garras afiladas, atacó a los cazadores y les permitió escapar.
Desde ese día en adelante, el polluelo de búho se convirtió en un amigo inseparable para Martina, Tomás y Juan. Juntos protegían la vida silvestre del bosque y enseñaban a otros sobre la importancia de respetar la naturaleza.
Y aunque nunca sabrán qué podría haber pasado si no hubieran encontrado al pequeño polluelo aquel día en el bosque, saben que gracias a él han aprendido mucho sobre cómo cuidar del medio ambiente y hacer una diferencia positiva en el mundo natural que les rodea.
FIN.