Los guardianes del bosque



Había una vez un niño llamado Martín, que vivía en la hermosa dehesa Salmantina. Martín era un niño curioso y aventurero, siempre buscando nuevas experiencias para aprender y divertirse.

Pero lo que más amaba en el mundo era a su cachorra Tequel llamada Lola. Un día soleado, Martín decidió llevar a Lola a una emocionante jornada de caza por la dehesa.

Ambos se prepararon con sus sombreros y botas, listos para explorar el bosque lleno de animales salvajes. Al llegar al bosque, Martín notó algo inusual: todos los animales parecían estar asustados y escondidos. No había rastro alguno de conejos o venados.

Esto preocupó a Martín, ya que él sabía lo importante que era respetar y cuidar la naturaleza. - Lola, ¿qué crees que está pasando? - preguntó Martín preocupado. Lola movió su cola intentando tranquilizarlo y juntos comenzaron a investigar qué podía estar causando tanto miedo entre los animales del bosque.

Caminaron durante horas hasta encontrar un grupo de cazadores furtivos escondidos entre los árboles. Estaban atrapando ilegalmente a los animales para vender su piel y cuernos en el mercado negro.

Martín se indignó al ver esta injusticia e decidió actuar para proteger a sus amigos del bosque. Con valentía, se acercó sigilosamente hacia ellos mientras Lola vigilaba desde lejos. - ¡Oigan! ¡Dejen en paz a esos pobres animalitos! - exclamó Martín con determinación.

Los cazadores se sorprendieron al ver a un niño tan pequeño enfrentándolos. Uno de ellos se burló y dijo:- ¿Y tú qué vas a hacer, niñito? No puedes detenernos. Martín no se amedrentó y con voz firme les respondió:- Puedo hacer más de lo que ustedes imaginan.

Tienen dos opciones: dejar en libertad a los animales o llamaré a la policía. Los cazadores, viendo la seriedad en los ojos de Martín, decidieron soltar a los animales y escapar antes de que llegara la policía.

Martín corrió hacia donde estaban los animales atrapados y uno por uno los liberó. Los conejos saltaron contentos y las aves volaron libres nuevamente por el bosque. Martín sonrió satisfecho mientras Lola ladraba emocionada.

Desde aquel día, Martín se convirtió en el protector del bosque. Junto con Lola, creó un grupo de niños aventureros que aprendían sobre la importancia de cuidar y preservar la naturaleza.

Organizaban excursiones para reagarrar basura del bosque, plantaban árboles nuevos y educaban a otros niños sobre cómo respetar el medio ambiente. Pronto su grupo creció tanto que incluso recibieron reconocimientos por su labor. Martín demostró que no importa cuán pequeño seas, siempre puedes hacer una gran diferencia si actúas con valentía y determinación.

Él enseñó a todos que proteger nuestro entorno es responsabilidad de cada uno de nosotros y que juntos podemos lograr grandes cambios para un mundo mejor.

Y así, Martín junto con Lola vivieron muchas más aventuras en la dehesa Salmantina, siempre recordando que la naturaleza es un tesoro que debemos cuidar y amar.

FIN.

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