Los guardianes del bosque
Había una vez un niño llamado Izem que vivía en un pequeño pueblo rodeado de naturaleza. Izem era un niño curioso y aventurero, le encantaba explorar el bosque cercano a su casa junto a su fiel perra Kira.
Un día, mientras caminaban por el bosque, Izem y Kira se encontraron con un mapache herido. El mapache les contó que se había caído de un árbol y no podía regresar a su hogar.
Izem, conmovido por la historia del mapache, decidió ayudarlo. "Kira, tenemos que llevar al mapache de regreso a su casa. ¿Nos ayudas?", dijo Izem con determinación. Kira movió la cola emocionada y juntos se pusieron en marcha para encontrar el hogar del mapache.
Siguiendo las indicaciones del pequeño animal, atravesaron arroyos y subieron colinas hasta llegar a un viejo árbol hueco donde vivía toda su familia. Al ver al mapache sano y salvo, la familia no podía creerlo.
Estaban tan agradecidos que decidieron invitar a Izem y Kira a quedarse a cenar con ellos. Durante la cena, los mapaches compartieron historias sobre el bosque y enseñaron a Izem y Kira cómo sobrevivir en la naturaleza.
Los días pasaron y la amistad entre Izem, Kira y los mapaches creció cada vez más fuerte. Juntos exploraban el bosque, ayudaban a los animales necesitados e aprendían unos de otros.
Una mañana, mientras recorrían el bosque en busca de bayas silvestres, escucharon un fuerte rugido proveniente de lo profundo del bosque. Todos se miraron preocupados. "¿Qué será ese ruido?", preguntó nervioso uno de los mapaches.
Izem recordó las historias que le habían contado sobre un oso feroz que habitaba en lo más recóndito del bosque. Sin pensarlo dos veces, decidió liderar al grupo hacia donde provenía el sonido para averiguar qué estaba ocurriendo. Cuando llegaron al lugar indicado vieron al oso atrapado entre ramas caídas intentando liberarse sin éxito.
Sin dudarlo ni un segundo, todos juntos trabajaron en equipo para liberar al oso antes de que fuera demasiado tarde. El oso les miró sorprendido y agradecido por haberle salvado la vida.
A partir de ese momento comprendió que no todos los seres humanos eran malos como pensaba. La noticia sobre la valentía de Izem y sus amigos animales se propagó rápidamente por todo el bosque.
Desde entonces, todos los animales sabían que podían contar con ellos en momentos difíciles. Y así fue como Izem aprendió una valiosa lección: nunca subestimar el poder de la amistad y trabajar juntos siempre trae grandes recompensas.
FIN.