Los Guardianes del Bosque



En un frondoso bosque en Corcovado, donde los árboles danzaban al ritmo del viento, se encontraba un grupo de amigos muy especiales: Ñire, Radal, Araucaria, Maitén, Arrayán, Raulí, Coihue, Ciprés de la Cordillera, Canelo y Pitra. Todos ellos eran árboles nativos y tenían mucho que contar.

Un día, mientras los rayos de sol se filtraban entre las hojas, Ñire miró a sus amigos y dijo:

"¡Chicos! ¿Se han dado cuenta de que estamos perdiendo nuestra magia? Ya no llegan los animales a jugar entre nuestras raíces."

Todos los árboles murmuraron, preocuparse por la situación.

"Es cierto, Ñire. Se siente un vacío. Pero, ¿qué podemos hacer?" preguntó Canelo.

Entonces, Araucaria, con su copa elegante, propuso:

"Podríamos organizar un gran encuentro de animales. Así podrían conocer el bosque y todos sus secretos."

Maitén, siempre amable, añadió:

"¡Sí! Tendríamos que invitar a todos: los ciervos, las aves, incluso a los zorros y conejos."

Radal, muy entusiasta, dijo:

"¡Hagámoslo! Pero, por donde comenzamos?"

Arrayán respondió:

"Podemos crear un mensaje especial que viaje por todo el bosque. Cada uno de nosotros puede contar a los animales sobre el encuentro."

Y así fue como cada árbol se dispuso a enviar su mensaje. Raulí, con su suave corteza, se encargó de hablar con las aves, mientras que Coihue, fuerte y protector, llamó a los ciervos y zorros. Canelo se encargó de captar la atención de los más pequeños, los conejitos.

Finalmente, llegó el día del encuentro. El sol brillaba y los animales se agruparon entre las raíces de los árboles.

"¡Bienvenidos todos!" dijo Araucaria con una gran voz.

"Hoy deberíamos recordar lo maravilloso que es este bosque, no solo para nosotros, los árboles, sino también para ustedes, los animales."

Todos los animales escuchaban atentos. Pitra, que siempre tenía ideas creativas, propuso una actividad.

"¿Y si hacemos una fiesta de bienvenida? Así podremos conocernos mejor. Cada uno puede traer algo especial."

Los ciervos trajeron flores, las aves cantaron melodías y los conejo compartieron deliciosas hortalizas. Pronto, el bosque se llenó de color y alegría.

Pero cuando todos estaban disfrutando, un fuerte viento comenzó a soplar. Las ramas empezaron a moverse frenéticamente.

"¡Cuidado!" gritó Radal.

Los árboles se unieron y se protegieron mutuamente. Araucaria y Coihue hicieron un círculo con sus copas, resguardando a los más pequeños.

"No teman, nuestros amigos animales. Aquí estamos juntos y somos más fuertes."

Cuando el viento amainó, los animales vitorearon. Habían aprendido algo muy importante:

"No solo somos un bosque, ¡somos una familia!" exclamó Maitén felizmente.

Desde ese día, el bosque no solo recuperó su magia, sino que se convirtió en un lugar donde los animales y árboles trabajaban en conjunto. Cada semana, se organizaba una reunión, donde compartían historias y se cuidaban unos a otros.

Y así, gracias a la valentía y a las ideas de Ñire, Radal, Araucaria, Maitén, Arrayán, Raulí, Coihue, Ciprés de la Cordillera, Canelo y Pitra, el bosque de Corcovado volvió a florecer, lleno de vida y amistad.

Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!