Los Guardianes del Bosque



En un rincón mágico de Argentina, existía un bosque espléndido llamado El Bosque de la Armonía. Este lugar no solo era hermoso, sino que también estaba protegido por tres guardianes: Lía, la sabia búho; Tico, el veloz ciervo; y Rufi, la divertida ardilla. Juntos, mantenían la paz y la armonía entre todos los seres del bosque.

Un día, mientras Lía le contaba historias a los animales más jóvenes, notaron algo extraño.

"¿Vieron que el agua del río está bajando?" - preguntó Tico, mirándose preocupado.

"Sí, y las flores no parecen crecer tan bien como antes" - añadió Rufi, golpeando un árbol con su cola.

"No podemos permitir que el bosque sufra" - dijo Lía, con su voz serena pero firme. "Debemos investigar qué está ocurriendo."

Decidieron seguir el curso del río y pronto se encontraron con un grupo de humanos que estaban talando árboles para construir un nuevo camino. Los guardianes se miraron, preocupados por cómo esto podría afectar a su hogar.

"Necesitamos hablar con ellos" - sugirió Tico, dispuesto a actuar. "Quizás no se dan cuenta del daño que están causando".

Los tres guardianes se acercaron sigilosamente y comenzaron a observar mientras los humanos trabajaban. Sin embargo, en ese momento, se dieron cuenta de que los árboles caían uno tras otro, y el pánico se apoderó de ellos. Lía pensó en un plan para comunicarse con los trabajadores.

"Tico, corre y distrae a esos humanos" - dijo Lía. "Rufi y yo intentaremos hablar con el jefe de la obra."

Tico aceptó y comenzó a hacer ruidos extraños, brincando entre los arbustos. Los humanos se dieron vuelta, sorprendidos por el despliegue del ciervo. Aprovechando la distracción, Lía y Rufi se acercaron al líder del grupo, un hombre llamado Javier.

"¡Hola, buen hombre!" - dijo Lía, con voz clara. "Soy Lía, la guardiana del bosque."

"¿¡Qué! ?" - exclamó Javier, sus ojos desorbitados al ver a un búho hablando.

"No temas, venimos en son de paz. Este bosque es nuestro hogar y el hogar de muchos seres vivos. ¿Has considerado cómo se afectará nuestra existencia si talas todos estos árboles?" - continuó Lía, con calma.

Cada palabra de Lía hizo eco en la mente de Javier. Nunca había pensado en la vida que había allí y cómo su trabajo podría afectar el ecosistema.

"Pero necesitamos construir el camino para que los autos puedan pasar…" - justificó Javier, aún aturdido.

Rufi, con su chispa habitual, intervino:

"¡Sí, pero no a costa de destruir! ¿Sabías que podríamos encontrar otra manera de hacer el camino que no perjudique al bosque?" - preguntó la ardilla, moviendo su cola con entusiasmo.

Javier comenzó a reflexionar. Lía le explicó sobre los árboles que proporcionan oxígeno, y cómo el agua del río era esencial para la vida de los animales.

"Cada pequeño cambio que hacemos puede tener un gran impacto" - dijo Tico, finalmente sumándose a la charla. "No se trata solo de construir, sino también de cuidar."

Javier sintió su corazón ablandarse. Miró a su entorno y vio cómo los animales del bosque parecían estar observando, algunos con expectación, otros con miedo. Fue entonces que tomó una decisión.

"¡Es verdad! Hay que ser responsables y encontrar otra forma" - proclamó. "Vamos a buscar una nueva ruta para el camino, una que respete la vida aquí."

Los guardianes aplaudieron con entusiasmo, felices por el cambio de actitud. Lía, Tico y Rufi se unieron a Javier y al resto del equipo para explorar alternativas más sostenibles sin lastimar el bosque.

Con el tiempo, el bosque prosperó y se volvió más hermoso que nunca. Javier y su equipo aprendieron a respetar la naturaleza y a trabajar en armonía con ella, y, como agradecimiento por su ayuda, Lía, Tico y Rufi les enseñaron a cuidar el bosque.

Cada año, los humanos y los guardianes celebraban juntos el Día del Bosque, una fiesta llena de música, baile y juegos, recordando el compromiso de proteger su hogar mágico. Y así, el Bosque de la Armonía continuó siendo un lugar donde la felicidad y la naturaleza coexistían en perfecta paz.

FIN.

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