Los Guardianes del Bosque Encantado



Era una tarde soleada en Mages Pedregal, y un grupo de amigos decidió aventurarse al famoso bosque encantado. Matías, el más curioso del grupo, miró a sus amigos y dijo:

"¡Estoy seguro de que encontraremos a los seres gigantes de los que hablan las leyendas!"

"Sí, pero dicen que solo se muestran a aquellos que tienen buen corazón", respondió Sofía, la más cautelosa.

"No importa, vamos a acampar y a ver qué sucede", agregó Martín con entusiasmo.

Así que, tras reunir sus mochilas y provisiones, los cinco amigos se adentraron en el bosque. Un murmullo de hojas y el canto de pájaros los acompañaban mientras caminaban.

"¡Miren esas flores!", exclamó Lucrecia, maravillada. Las flores brillaban como si tuvieran luz propia.

"No toquen nada raro, pueden ser peligrosas", advirtió Tomás, el más serio del grupo. Todos rieron, sabiendo que Tomás siempre pensaba en los peores escenarios.

Al llegar a un claro en el bosque, decidieron armar su campamento. La noche comenzó a caer y, con ella, una sensación de misterio.

"Oigan, ¿están escuchando eso?", preguntó Sofía, deteniéndose en seco. Un suave murmullo, casi como susurros lejanos, se podía escuchar entre los árboles.

"Puede ser el viento", intentó tranquilizarlos Matías, aunque sus ojos brillaban de emoción.

Mientras la fogata crepitaba y compartían historias de miedo, de repente, una sombra gigantesca pasó rápidamente entre los árboles. Todos se quedaron en silencio.

"¿Lo vieron?", preguntó Martín con voz temblorosa.

"¿Y si son los seres del bosque?", dijo Lucrecia, emocionada.

"Vamos a ver qué es", animó Tomás, aunque se notaba que le costaba dejar su comodidad en la fogata.

Con linternas en mano, comenzaron a explorar. Siguiendo el susurro, llegaron a un lago que brillaba bajo la luz de la luna. En la orilla, había unas criaturas gigantes, con alas llenas de colores brillantes que despliegan magia.

"¡Son hermosos!", murmuró Sofía, perdiéndose en la belleza del momento.

"¿Creen que nos vieron?", se preguntó Lucrecia en voz baja.

"¿Y si se asustan?", replicó Tomás.

Fue entonces cuando una de las criaturas, parecida a un dragón pero con suaves plumas, se acercó a ellos.

"No tengan miedo, pequeños visitantes. Somos los Guardianes del Bosque. Sabemos que tienen buenos corazones", dijo el dragón con una voz profunda y melodiosa.

"¡Guau! ¡Habla!", exclamaron al unísono.

Los Guardianes les contaron que el bosque estaba en peligro porque algunos humanos venían a talar los árboles y dañar su hogar.

"Necesitamos su ayuda. Ustedes tienen el poder de compartir la importancia de cuidar la naturaleza", explicó otro ser, con una danza que iluminaba a todos los presentes.

"¿Pero cómo podemos ayudarles?", cuestionó Martín, intrigado.

"Llevando su mensaje al mundo. Si enseñan a otros a amar y proteger la naturaleza, podrán ayudar a salvar nuestro hogar", dijo el dragón.

Los amigos se miraron unos a otros, llenos de determinación.

"¡Lo haremos!", prometieron enérgicamente.

Después de esa noche mágica, regresaron a Mages Pedregal y comenzaron a organizar actividades y proyectos en su escuela sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.

"Haremos carteles, jornadas de limpieza y hasta una obra de teatro", sugirió Sofía, llena de ideas.

"Y contaremos nuestra experiencia en el bosque encantado", agregó Matías con entusiasmo.

Los amigos se volvieron verdaderos embajadores de la naturaleza, inspirando a otros a ser guardianes también.

Con el tiempo, la comunidad empezó a escuchar su mensaje, y el bosque encantado se convirtió en un lugar protegido donde las leyendas de seres gigantes y hermosos continuaron inspirando a futuras generaciones.

"A veces, solo hace falta un poco de valentía y un buen corazón para hacer la diferencia", reflexionó Lucrecia una tarde.

"Sí, y siempre debemos recordar cuidar nuestro hogar", concluyó Tomás, aprendiendo a abrirse a la magia que puede existir en el mundo.

Y así, los estudiantes, con su energía y amor por la naturaleza, se convirtieron en los verdaderos guardianes del bosque encantado, demostrando que un pequeño grupo puede hacer grandes cambios.

FIN.

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