Los Guardianes del Bosque Mágico
Había una vez una abuela llamada Carmen, que vivía en el campo rodeada de árboles y animales. Tenía cuatro nietas: Sofía, Martina, Valentina y Luciana; y un nieto llamado Tomás.
A todos ellos les encantaba estar al aire libre, correr por los campos, escuchar el canto de los pájaros y jugar con las mariposas. Un día, la abuela Carmen decidió llevar a sus nietos a un lugar especial que ella conocía muy bien.
Los reunió en el jardín de su casa y les dijo:"Chicos, hoy iremos a un bosque mágico donde encontrarán criaturas increíbles y aprenderán sobre la naturaleza". Los niños se emocionaron muchísimo con la idea, así que se prepararon rápidamente para emprender la aventura.
Cuando llegaron al bosque mágico, quedaron impresionados por lo hermoso que era. El lugar estaba lleno de colores brillantes y sonidos sorprendentes.
La abuela Carmen les explicó que allí vivían muchos animales diferentes como osos hormigueros, zorros rojos e incluso aves raras como el tucán. Los niños comenzaron a explorar el bosque con gran entusiasmo. Mientras caminaban entre los árboles altos y frondosos, vieron un pequeño arroyo cristalino que corría hacia una cascada espectacular.
"¡Miren chicos! ¡Es una cascada!", exclamó Valentina emocionada. "¡Vamos a verla más cerca!", agregó Sofía.
La abuela Carmen los guió hasta la base de la cascada, donde les explicó que allí había una gran variedad de plantas y animales viviendo en armonía. Les habló sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y cómo cada uno podía hacer su parte para mantenerlo saludable.
Los niños escucharon atentamente las palabras de su abuela y se sintieron inspirados por lo que acababan de aprender. Decidieron hacer un pacto entre ellos para proteger la naturaleza y ayudar a mantenerla limpia. "¡Vamos a ser los guardianes del bosque mágico!", exclamó Tomás emocionado.
Y así, durante todo el día, los niños disfrutaron explorando el bosque mágico, aprendiendo sobre la naturaleza y divirtiéndose juntos. Al final del día, regresaron a casa cansados pero felices por haber pasado un día inolvidable junto a su abuela Carmen.
Desde aquel día en adelante, los niños visitaban regularmente el bosque mágico con su abuela Carmen y seguían cumpliendo con su promesa de ser los guardianes del medio ambiente.
Cada vez que iban al campo o al parque, recordaban las enseñanzas de su abuela Carmen y hacían todo lo posible por cuidar la naturaleza como si fuera un tesoro precioso e invaluable.
FIN.