Los Guardianes del Bosque Mágico
En un pueblo pequeño, ubicado al pie de una gran montaña, vivían cuatro amigos: Sofía, Mateo, Juan y Lila. Todos eran estudiantes del colegio del barrio y amaban explorar la naturaleza que los rodeaba. Un día, mientras recorrían un espeso bosque, escucharon rumores sobre un árbol mágico que concedía deseos a aquellos con corazones puros.
"- ¿De verdad existe un árbol que concede deseos?", preguntó Sofía con asombro.
"- Sí, lo escuché de mi abuela. Dijo que está escondido en la montaña y que muchos lo han intentado encontrar, pero jamás lo lograron", respondió Lila.
"- Entonces tenemos que ir a buscarlo!", exclamó Juan emocionado.
"- Sí, pero debemos ser muy cuidadosos y respetar la naturaleza", agregó Mateo, siempre pensativo.
Los cuatro amigos decidieron que al siguiente día irían en busca del árbol mágico. Se prepararon con bocadillos, una brújula y mucha energía. Al amanecer, emprendieron su camino hacia la montaña. A medida que ascendían, el paisaje se volvía más hermoso y misterioso, lleno de árboles dorados y flores que nunca habían visto.
De pronto, se encontraron con un anciano que estaba sentado junto a un arroyo.
"- ¡Hola, chicos! Ustedes parecen aventureros. ¿A dónde se dirigen?", les preguntó el anciano con una voz suave.
"- Estamos buscando el árbol mágico que concede deseos!", respondió Lila.
"- Ah, el árbol de la sabiduría. Muchos vienen a buscarlo, pero solo los que tienen una intención pura pueden encontrarlo. Tengan cuidado, el viaje es difícil", les advirtió el anciano.
Los amigos decidieron preguntarle más, pues sabían que podría ayudarles. El anciano les contó que el árbol estaba a diez minutos de allí, pero que debían superar tres pruebas. Cada prueba pondría a prueba su amistad, inteligencia y respeto por la naturaleza.
"- La primera prueba es el Laberinto de la Amistad", les dijo. "Tendrán que encontrar la salida juntos, sin separarse."
Entraron al laberinto hecho de arbustos y se dieron cuenta de que necesitaban trabajar en equipo. Después de algunos intentos, Sofía tuvo una idea.
"- ¡Contemos! Uno, dos, tres... ¡Juntos!" Y así lo hicieron, hasta encontrar la salida.
"- ¡Lo logramos!", gritaron contentos.
"- Felicitaciones, pero aún hay más!", dijo el anciano. "La segunda prueba es con la cabeza. Deberán resolver un acertijo. Escuchen bien: 'Soy ligero como una pluma, pero no puedes sostenerme por mucho tiempo. ¿Qué soy?'"
Los amigos se pusieron a pensar intensamente. Lila dijo:
"- ¡Es el aliento!"
"- Así es!", sonrió el anciano. "Han pasado la segunda prueba. La última es una prueba de respeto. Necesitan encontrar un árbol caído y recoger la basura a su alrededor."
Los amigos llegaron al árbol caído, que estaba lleno de plásticos y papeles. Sin dudar, comenzaron a recoger todo con mucho cuidado. Poco a poco, el lugar fue recuperando su belleza.
"- ¡Qué lindo se siente ayudar a la naturaleza!", comentó Mateo mientras llenaban una bolsa de basura.
"- Sí, cada uno de nosotros puede hacer una gran diferencia", agregó Sofía.
Cuando terminaron, el anciano apareció de nuevo.
"- Ustedes han demostrado grandes cualidades, como la amistad, la inteligencia y el respeto por la naturaleza. Han pasado las tres pruebas. Ahora, pueden ir a ver el árbol mágico. Pero recuerden, no se trata de lo que quieren para sí mismos, sino lo que desean para los demás."
Con eso en mente, los cuatro amigos subieron la última colina. Finalmente, ante ellos apareció el árbol mágico, deslumbrante y brillante.
"- ¡Es hermoso!", exclamó Juan.
"- ¿Qué deseamos?", preguntó Lila, mirando al árbol.
Cada uno cerró los ojos y alineó sus deseos. Al abrirlos, todos habían pensado lo mismo: dar alegría y felicidad a su pueblo.
"- Queremos que todos sean felices y estén en armonía con la naturaleza!", dijeron al unísono.
El árbol brilló intensamente y una suave brisa envolvió a los amigos. Supieron que su deseo había sido escuchado.
Al regresar al pueblo, notaron que los árboles estaban más llenos de flores, la gente sonreía más y había una nueva energía en el aire. Cada uno de ellos había aprendido algo importante sobre el poder de la amistad, el respeto y la importancia de cuidar su hogar.
Cada año, recordaban su aventura y volvían al bosque, no solo para buscar al anciano, sino también para asegurarse de que el árbol mágico y el bosque continuaran floreciendo, ahora y siempre. Así, los amigos se transformaron en los guardianes del bosque mágico, inspirando a otros a cuidar el entorno y valorar la amistad.
Y desde aquel día, la amistad y la naturaleza se convirtieron en su tesoro más preciado, asegurando que la magia continuara fluyendo en cada rincón de su pequeño pueblo.
FIN.