Los Guardianes del Equilibrio Natural



Había una vez un niño llamado Ángel, quien tenía una gran curiosidad por el mundo que lo rodeaba.

Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, vio a un pájaro comiendo un gusano y eso despertó su interés. "Mamá, ¿qué está haciendo el pájaro?", preguntó Ángel señalando al pequeño animalito. Su mamá sonrió y le explicó: "Ese pájaro está alimentándose del gusano. Los animales necesitan comer para obtener energía y así poder vivir".

Ángel quedó pensativo por un momento y luego preguntó: "Pero mamá, ¿cómo saben los animales qué deben comer?". Su mamá se sentó a su lado y le dijo: "Hay algo que se llama cadena trófica.

Es como una línea de comida que muestra quién come a quién en la naturaleza". El niño frunció el ceño sin entender muy bien y preguntó: "¿Cómo funciona eso?".

Su mamá tomó una hoja de papel y dibujó tres círculos conectados entre sí con flechas. En el primer círculo escribió —"planta" , en el segundo dibujó un conejo y en el tercero puso la imagen de un zorro. "Mira hijo, esto es una cadena trófica simple", explicó su mamá señalando los dibujos.

"Las plantas producen su propio alimento mediante la fotosíntesis. Luego, los conejos comen las plantas para obtener energía. Y finalmente, los zorros cazan a los conejos para alimentarse". Ángel asintió con la cabeza, pero aún tenía más preguntas.

"Mamá, ¿y qué pasaría si los zorros desaparecieran?". Su mamá le sonrió y dijo: "Si los zorros desaparecieran, los conejos se multiplicarían sin control.

Comerían todas las plantas y eso afectaría a otros animales que también se alimentan de ellas. Así que todos los seres vivos están conectados en esta cadena trófica y cada uno cumple un papel importante". "¡Entiendo!", exclamó Ángel emocionado. "Cada ser vivo es necesario para mantener el equilibrio en la naturaleza".

Desde ese día, Ángel se convirtió en un pequeño defensor de la naturaleza. Le contó a sus amigos sobre las cadenas tróficas y les recordaba lo importante que era cuidar a todos los seres vivos.

Un día, mientras paseaba por el parque con sus amigos, encontraron una tortuga atrapada entre bolsas de plástico. Ángel no dudó ni un segundo y corrió a ayudarla. Con mucho cuidado, liberaron a la tortuga del peligro.

"Gracias por salvarme", dijo la tortuga con voz suave. Ángel sonrió y respondió: "De nada. Todos debemos hacer nuestra parte para proteger a nuestros amigos de la cadena trófica".

A partir de ese momento, Ángel siguió aprendiendo sobre el mundo natural y enseñando a otros niños la importancia de cuidar nuestro planeta. Juntos formaron un grupo llamado "Los guardianes de las cadenas tróficas" y trabajaron duro para conservar la naturaleza.

Y así, gracias a la curiosidad y el compromiso de Ángel, el mundo se convirtió en un lugar mejor donde todos los seres vivos podían vivir en armonía.

FIN.

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