Los Guardianes del Instituto



Era un día soleado en el Instituto La Esperanza. Los estudiantes, alegres y emocionados, llegaban a la escuela, listos para aprender. Sin embargo, en las horas de recreo, algunos de ellos comenzaron a hacer travesuras. Uno de los más traviesos era Martín, un chico que siempre lideraba el grupo que hacía bromas y desordenaba el patio.

"¡Vamos, chicos! ¡Hagamos una broma a la profesora de matemáticas!" - dijo Martín con una sonrisa pícara.

Los otros estudiantes, un tanto dudosos, lo seguían, porque a Martín le gustaba ser el centro de atención. En un momento, decidieron esconder las tizas en el aula de matemáticas.

El día siguió y con él, las travesuras. Pero una mañana, las cosas comenzaron a cambiar. La profesora Ana, una mujer con mucha paciencia y una sonrisa siempre en el rostro, decidió hablar con los chicos.

"Chicos, cada uno de ustedes es especial y tiene un talento. Deberían usarlo para ayudar a los demás, ¿no les parece?" - les dijo.

Los chicos se miraron entre sí, y Martín, con un poco de culpa, preguntó:

"¿Pero cómo podemos ayudar si estamos siempre haciendo travesuras?"

La profesora sonrió y les propuso un desafío:

"Quiero que formen grupos y que ayuden a organizar el próximo festival del instituto. Si no lo logran, ¡tendrán que quedarse limpiando el patio durante una semana!"

Martín y su grupo miraron con horror la idea de pasar la semana limpiando, así que decidieron que era hora de cambiar su actitud.

"¡Está bien! Haremos el mejor festival de todos!" - exclamó Martín, incentivando a sus amigos.

Así fue como comenzó la transformación. En lugar de hacer travesuras, empezaron a trabajar juntos. Crearon carteles para el festival, se encargaron de las decoraciones y hasta prepararon una obra de teatro sobre la importancia del respeto y la amistad.

Los días pasaron volando, y mientras organizaban el festival, comenzaron a darse cuenta de que trabajar en equipo era mucho más divertido que hacer travesuras.

El día del festival llegó y el instituto estaba lleno de sonrisas y risas. Todos los estudiantes, incluidos los que antes hacían travesuras, estaban ubicados en distintas actividades y ayudando a los demás.

"¡Miren lo que hemos logrado!" - dijo Rosa, una de las amigas de Martín.

Y así, el festival se convirtió en un éxito rotundo. Los padres, alumnos y profesores disfrutaron de las actividades, y Martín, al ver la felicidad en el rostro de todos, sintió dentro de él una enorme satisfacción.

"Nunca pensé que ayudar a los demás sería tan divertido" - confesó Martín, mientras comía un alfajor después de mucho trabajo.

La profesora Ana se acercó y le dijo:

"Ves, Martín, te dije que tenías un talento especial. Puede ser para ser un gran organizador. Solo necesitamos usarlo de la forma correcta."

Desde aquel día, Martín y sus amigos decidieron transformar las bromas en buenos actos. Se convirtieron en los 'Guardianes del Instituto', siempre dispuestos a ayudar y a hacer sonreír a los demás.

El instituto cambió para mejor y los estudiantes aprendieron que, aunque a veces puede ser divertido hacer travesuras, ayudar a los demás es mucho más gratificante. Y desde entonces, siguieron organizando actividades para toda la escuela, reviviendo la importancia del compañerismo y el respeto en su querido Instituto La Esperanza.

FIN.

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