Los guardianes del jardín


En un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores y árboles frondosos, vivían tres amigos muy curiosos: Tomás el conejo, Martina la mariposa y Lucas el pájaro.

Ellos pasaban sus días explorando, jugando y aprendiendo sobre la naturaleza que los rodeaba. Un día, mientras Tomás saltaba entre las margaritas, Martina revoloteaba alrededor de una rosa y Lucas cantaba desde las ramas de un sauce llorón, se dieron cuenta de que algo extraño estaba sucediendo en el jardín.

Las plantas parecían marchitarse, las flores perdían su color y los frutos no crecían como antes. "¡Qué raro! ¿Por qué las plantas están tan tristes?", preguntó preocupado Tomás. "No lo sé, pero me preocupa mucho.

Sin plantas sanas, nuestro hogar perderá toda su belleza", respondió Martina con tristeza. "Debemos hacer algo para ayudar a las plantas. Ellas son fundamentales para nuestra vida en el jardín", dijo Lucas con determinación.

Los tres amigos decidieron investigar qué estaba causando la tristeza de las plantas. Recorrieron cada rincón del jardín observando detenidamente cada hoja caída, cada tallo marchito y cada raíz desnutrida. Fue entonces cuando encontraron a Lola la lombriz escondida bajo tierra llorando desconsolada.

"¿Qué te pasa Lola? ¿Por qué estás tan triste?", preguntó Martina con ternura. Lola entre sollozos les contó que alguien había estado vertiendo productos químicos dañinos en el suelo del jardín, contaminando así el agua y afectando a todas las plantas.

Los tres amigos se miraron consternados al comprender lo que ocurría. "¡Tenemos que detener esto! Las plantas nos dan oxígeno para respirar, alimentos para comer y refugio para vivir.

Sin ellas, nuestro hogar no sería el mismo", exclamó Tomás con angustia. Decididos a salvar a las plantas del jardín, los amigos idearon un plan ingenioso. Con la ayuda de Lola la lombriz cavaron profundos agujeros por donde filtraron agua limpia para purificarla.

Luego buscaron abono natural para nutrir la tierra y alejar así los químicos nocivos. Día tras día trabajaron arduamente cuidando y protegiendo a las plantas del jardín.

Poco a poco pudieron ver cómo volvían a brotar nuevas hojas verdes, flores brillantes y frutos sabrosos en los árboles. La alegría regresó al lugar gracias al esfuerzo conjunto de estos valientes amigos.

Finalmente, cuando todo volvió a estar en equilibrio en el hermoso jardín lleno de vida, Tomás, Martina y Lucas comprendieron más que nunca la importancia vital de cuidar y respetar a las plantas que nos rodean.

A partir de ese día prometieron ser guardianes responsables del medio ambiente y difundir entre todos los habitantes del bosque la invaluable lección aprendida: sin plantas no hay vida en este mundo maravilloso que compartimos todos juntos.

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