Los guardianes del jardín de la mariposa
Había una vez en un hermoso jardín, un grupo de caracoles llamados Colonia, Caracol, Colores y Fideos. Vivían felices deslizándose por todas partes y explorando cada rincón del lugar.
Un día, mientras jugaban entre las flores, se encontraron con una mariposa muy triste. Era una mariposa monarca llamada Aurora que había perdido su camino de regreso a su hogar. Los caracoles se acercaron a ella para ayudarla. "Hola Aurora, ¿qué te pasa?" preguntó Colonia.
"Estoy perdida y no sé cómo volver a mi hogar", respondió Aurora con lágrimas en los ojos. Los caracoles se miraron unos a otros y decidieron que debían ayudar a la pobre mariposa.
Juntos formularon un plan: utilizarían sus caparazones como refugio para llevar a Aurora de vuelta a casa. Así comenzó la aventura de los caracoles y la mariposa. Durante el viaje, atravesaron prados verdes, cruzaron ríos cristalinos e incluso treparon altas montañas.
A lo largo del camino encontraron diferentes animales que necesitaban ayuda y los caracoles siempre estuvieron dispuestos a tenderles una mano.
En uno de esos encuentros conocieron al ratón Remy, quien estaba buscando comida para su familia pero no podía alcanzarla debido a su pequeño tamaño. Los caracoles idearon un plan ingenioso: Fideos se enrolló alrededor del tallo de la planta y elevó las hojas donde estaba escondida la comida para que Remy pudiera llegar sin problemas.
"¡Muchas gracias, caracoles! Ustedes son verdaderos amigos", dijo Remy emocionado. Finalmente, después de muchas aventuras y emociones, llegaron al hogar de Aurora. Era un hermoso jardín lleno de flores multicolores donde las mariposas revoloteaban felices.
Aurora estaba tan agradecida que decidió invitar a los caracoles a quedarse en su jardín para siempre. Los caracoles aceptaron con alegría y desde ese día se convirtieron en los guardianes del jardín.
Colonia ayudaba a regar las plantas y mantenerlas sanas, Caracol cuidaba de los huevos de las mariposas, Colores decoraba el jardín con sus brillantes colores y Fideos hacía caminos seguros para que todos pudieran desplazarse sin problemas. Los caracoles aprendieron que la amistad y la solidaridad son valores muy importantes.
Descubrieron que cada uno tenía habilidades únicas que podían utilizar para ayudar a otros y hacer del mundo un lugar mejor.
Y así, entre risas y canciones, Colonia, Caracol, Colores y Fideos vivieron felices en el jardín junto a Aurora y muchos otros animales que encontraron refugio allí. Su amistad duró para siempre y se convirtieron en leyendas contadas por generaciones futuras sobre cómo unos pequeños caracoles hicieron grandes cosas con su amor incondicional por los demás.
FIN.