Los Guardianes del Reciclaje
En un pequeño pueblo llamado Ecotierra, todos los niños y niñas soñaban con ser grandes aventureros. Pero en lugar de buscar tesoros o dragones, ellos querían convertirse en los Guardianes del Reciclaje, porque sabían que el verdadero tesoro era cuidar su planeta.
Cada mañana, un grupo de amigos se reunía en la plaza del pueblo, donde había cuatro coloridos contenedores: uno verde para vidrio, uno amarillo para plástico, uno azul para papeles y uno gris para residuos orgánicos.
"¡Hoy es el día!" -dijo Lucía, la más entusiasta del grupo. "Vamos a recorrer el pueblo y aprender todo sobre el reciclaje"
"Sí!" -exclamó Mateo, mientras agitaba su puño "Podemos ser los mejores Guardianes!"
Los niños comenzaron su aventura visitando la casa de la abuela Pepita. Cuando llegaron, la abuela estaba muy ocupada organizando sus frascos de mermelada.
"Hola, abuela!" -gritaron todos al unísono.
"Hola, mis pequeños guardianes!" -respondió la abuela, sonriendo. "¿Saben que esos frascos de vidrio se pueden reciclar? El contenedor verde es su hogar nuevo!"
"O sea que si los guardamos allí, les estamos dando otra oportunidad!" -dijo Lucía, emocionada.
"Exactamente!" -confirmó la abuela. "De esta manera, evitamos que terminen en la basura."
Los amigos ayudaron a la abuela a separar los frascos y los llevaron al contenedor verde. Después de despedirse, continuaron su camino hacia la escuela, donde su maestra, la Señorita Clara, siempre les enseñaba sobre el medio ambiente.
"¡Señorita Clara!" -exclamaron al llegar, "¿Ya sabe que vamos a ser Guardianes del Reciclaje?"
"¡Qué emocionante!" -respondió la maestra. "Síganme, tengo una sorpresa para ustedes. ¡Hoy vamos a hacer un concurso de reciclaje!"
Los niños se dividieron en equipos y cada uno tenía que clasificar varios objetos entre los contenedores de su aula. Sin embargo, mientras todos competían, Martín encontró un problemita:
"Chicos, ¡miren esto!" -dijo mientras sostenía un envase de plástico que aún tenía un poco de yogur dentro. "¿Dónde lo ponemos?"
"¡En el amarillo!" -gritó Flor, pero luego se detuvo. "Espera, primero tenemos que limpiarlo."
"¡Buen ojo, Flor!" -dijo Lucía. "Si no lo limpiamos, no será reciclable."
Así, todos juntos se pusieron a trabajar, limpiando cada artículo antes de ponerlo en el contenedor amarillo. Al finalizar el concurso, la Señora Clara los felicitó:
"Han hecho un gran trabajo, pero lo más importante es lo que han aprendido: ¡cada cosa en su lugar!"
Los niños estaban muy contentos y tomaron la decisión de hacer una campaña de recaudación de fondos para decorar sus contenedores en el parque del pueblo.
Cuando llegaron al parque, se sorprendieron al ver que los contenedores estaban llenos de basura mezclada.
"¡Esto no puede ser!" -exclamó Mateo.
"¿Entonces, todo lo que aprendimos no sirvió?" -preguntó Flor, confundida.
"No hay que rendirse!" -dijo Lucía. "¡Vamos a educar!"
Con determinación, los niños empezaron a hacer carteles coloridos con dibujos y explicaciones sobre qué tirar en cada contenedor. Colocaron los carteles junto a cada uno: verde para vidrio, amarillo para plástico, azul para papeles, y gris para residuos orgánicos.
Pasaron los días, y poco a poco, la situación mejoró. Los adultos del pueblo empezaron a prestar atención y a seguir las instrucciones de los pequeños guardianes. Hasta el alcalde se interesó y les propuso organizar una gran feria del reciclaje en el pueblo.
"Quizás así más personas se sumen a nuestro trabajo!" -sugirió la Señorita Clara con entusiasmo.
Finalmente, el día de la feria llegó y con ella, la recompensa de su esfuerzo. El parque se llenó de familias y amigos, y los niños mostraron a todos cómo reciclar correctamente.
"¡Miren, todos pueden ser Guardianes del Reciclaje!" -gritó Lucía, levantando su mano.
Y así, gracias a la valentía y dedicación de un grupo de amigos, el pueblo de Ecotierra se convirtió en un ejemplo a seguir en el cuidado del medio ambiente. Cada uno de ellos demostró que no se necesitaba ser un superhéroe para marcar la diferencia; sólo hacía falta aprender, compartir y tener el corazón dispuesto a reciclar.
Desde entonces, todos los años celebraban el Día del Reciclaje en Ecotierra, recordando cómo un grupo de niños decidió ser Guardianes del Reciclaje y salvar su planeta en un solo paso a la vez.
FIN.