Los Guardianes del Reino Animal
Un día soleado en el parque, cinco amigos: Sofía, Lucas, Mateo, Carla y Tomás, decidieron hacer una búsqueda de aventuras. Mientras jugaban cerca de un viejo árbol, encontraron una puerta extraña, adornada con extraños símbolos.
- ¡Che, miren esto! - exclamó Sofía, acercándose a la puerta.
- ¿Qué creés que hay del otro lado? - preguntó Lucas con curiosidad.
Mateo, siempre entusiasta, empujó la puerta y, para sorpresa de todos, se abrió con un crujido.
- ¡Vamos, entremos! - dijo Carla, impulsada por la emoción.
Al cruzar la puerta, los amigos se encontraron en un mundo deslumbrante, lleno de árboles de colores brillantes, ríos de agua cristalina y, sobre todo, ¡animales fantásticos! Un enorme tigre de colores brillantes se les acercó.
- ¡Hola, amigos! - rugió el tigre, mostrando una amplia sonrisa. - Soy Tigrón, el guardián de este mundo.
- ¿Qué es este lugar? - preguntó Tomás, asombrado.
- Este es el Reino Animal, pero estamos en peligro. Un villano llamado el Malvado Murciélago ha lanzado una maldición sobre nuestra tierra. Deben ayudarme a romperla.
Los amigos se miraron entre sí, llenos de determinación.
- ¿Cómo podemos ayudar? - preguntó Lucas, decidido.
- Necesitamos encontrar las cuatro joyas de la amistad, que están escondidas en diferentes lugares del reino. Cada joya tiene un poder especial, y necesito que se las traigan.
Así que comenzó la aventura. El primer lugar fue el Bosque Silvestre, donde se decía que un duende guardaba la primera joya. Al llegar al bosque, se encontraron con un grupo de animales que parecían estar enojados.
- ¡¿Qué hacen aquí? ! - gritaron.
- Venimos en busca de la joya de la amistad - explicó Sofía.
- Pero el duende solo da la joya a quienes le demuestran su valía.
Mateo sugirió hacer una carrera amigable con los animales, puesto que siempre había sido bueno corriendo. Todos estuvieron de acuerdo. Después de un rato de carreras, lograron hacer reír a los animales y, al final, el duende se presentó.
- ¡Qué divertido! Aquí tienen la primera joya - dijo el duende mientras les entregaba una brillante gema azul.
Con la primera joya en mano, los amigos continuaron su viaje hacia las Montañas de Hielo, donde el frío los recibió. Allí encontraron a un oso polar que necesitaba ayuda.
- ¡No puedo encontrar mi hogar! - rugió el oso con tristeza.
- ¡Podemos ayudarte! - ofreció Carla.
Juntos, trabajaron para ayudar al oso a encontrar su cueva. Al final, el oso agradecido, les entregó la segunda joya, una brillante gema blanca.
Siguieron viajando, y en el Valle de las Flores, un conejo les pidió ayuda para alegrar a sus amigos que estaban tristes.
- No tenemos flores, pero podemos danzar y cantar - sugirió Tomás.
Los amigos se pusieron a cantar mientras todos los animales se reunían, llenando el valle de risas. El conejo, emocionado, les entregó la tercera joya, una gema roja.
Finalmente, se dirigieron hacia la Cueva Oscura, donde habitaba el Malvado Murciélago. Cuando llegaron, el murciélago estaba preparado para atacarlos.
- ¡Nadie puede detenerme! - gritó, mientras agitaba sus alas.
- No queremos pelear, solo queremos liberar a tu reino - dijo Sofía con valentía.
- ¿Por qué debería? - respondió el murciélago, intrigado.
Mateo entonces recordó lo que habían aprendido sobre la amistad.
- Todos los animales en el reino son amigos. Si acatas esta maldición, ¿quién va a jugar contigo? Si no hay alegría, no habrá amigos. -
Eso hizo que el murciélago se detuviera a reflexionar.
- Puede que tengan razón... - murmuró.
Los amigos ofrecieron la última joya, uniendo todas las gemas en una brillante luz. Juntos, pronuncian:
- Te liberamos de la tristeza del pasado, abramos la puerta a la amistad.
Las gemas brillaron intensamente mientras la maldición finalizaba. El murciélago sonrió por primera vez y ayudó a crear un nuevo árbol de la amistad en el centro del reino.
Sofía, Lucas, Mateo, Carla y Tomás habían aprendido que la amistad siempre puede vencer a la tristeza y la maldad.
- ¡Gracias! - exclamó Tigrón mientras celebraban juntos. - ¡Son verdaderos guardianes del Reino Animal!
Cuando la puerta a casa se volvió a abrir, los amigos sabían que siempre serían parte de este mágico lugar, donde la amistad era la mayor fuerza de todas.
FIN.