Los Guardianes del Valle Verde



En un hermoso valle verde donde el cielo se mezclaba con el brillo de las montañas, vivían los primeros pobladores del Ecuador. Este valle, lleno de ríos cantarines y árboles frondosos, era el hogar de una tribu llamada los Tahuantinsuyu. Los Tahuantinsuyu eran conocidos por su amabilidad y sabiduría, y cada mañana, al salir el sol, se reunían alrededor de un gran árbol milenario para planear sus actividades del día.

Un día, la joven Amara, que tenía una risa contagiosa y una curiosidad infinita, se acercó al anciano Sabio Tiya.

"Tiya, ¿qué hay más allá de las montañas?" - preguntó Amara, con los ojos brillando de emoción.

"Más allá de las montañas, niña, hay un mundo lleno de maravillas y misterios, pero también desafíos que debemos afrontar" - respondió Tiya, sonriendo con ternura.

Intrigada por las palabras de Tiya, Amara decidió que debía explorar más allá de los límites de su hogar. Así que, al amanecer, se armó de valor y partió en busca de aventuras, llevando consigo una pequeña canasta de frutas y algunos hilos de colores para tejer.

En su viaje, Amara conoció a un pequeño cóndor llamado Kuntur.

"Hola, pequeña. ¿A dónde vas tan temprano?" - preguntó Kuntur, volando a su lado.

"Voy en busca de aventuras. Quiero descubrir qué hay más allá de estas montañas" - contestó Amara, con entusiasmo.

"Entonces, ¡te acompañaré!" - exclamó Kuntur. Y así, los dos amigos continuaron hacia lo desconocido.

Al llegar a la cima de una montaña, Amara y Kuntur se toparon con una sorpresa. Frente a ellos se extendía una vasta llanura llena de flores de colores vibrantes. ¡Eran flores que nunca habían visto! Amara corrió hacia ellas, pero de repente, escucharon un grito.

"¡Ayuda! ¡Ayuda!" - gritaba un pequeño venado que había quedado atrapado entre unas ramas.

Amara se acercó rápidamente.

"No temas, pequeño venado. ¡Puedo ayudarte!" - le dijo, mientras Kuntur sobrevolaba la situación. Con mucha atención, Amara desenredó las ramas y liberó al venado.

"¡Gracias, amable humana!" - dijo el venado con voz temblorosa.

"¿Cómo te llamas?" - preguntó Amara, sonriendo.

"Me llamo Tane, y en agradecimiento, quiero llevarlos a un lugar secreto donde se encuentran las mejores frutas de todo el valle" - propuso el venado, moviendo su cola emocionado.

Los tres nuevos amigos aceptaron entusiasmados. Tane los llevó a un hermoso lugar repleto de árboles frutales, que tenían las frutas más exóticas y deliciosas.

"¡Wow! Nunca había visto tantas frutas juntas!" - exclamó Amara, impresionada.

Pero de repente, el cielo oscureció. Pudieron ver a lo lejos a un grupo de monstruos que querían invadir el valle verde.

"¡Debemos advertir a mi tribu!" - dijo Amara, alarmada.

Kuntur extendió sus alas y voló rápidamente hacia el valle, mientras Tane y Amara corrían detrás de él. Al llegar, Amara subió al gran árbol milenario y gritó con todas sus fuerzas:

"¡Tahuantinsuyu! ¡Hay peligros acechando! ¡Monstruos vienen a invadir nuestro hogar!"

Los aldeanos se reunieron, y juntos, planearon cómo proteger su casa.

"Nos uniremos y usaremos la sabiduría de nuestros ancianos y el coraje de nuestros jóvenes" - dijo el anciano Tiya.

Una vez que se organizó la defensa, los Tahuantinsuyu se posicionaron en las entradas del valle. Cuando los monstruos llegaron, encontraron a toda la tribu lista. Con gritos de valientes, los aldeanos lograron asustar a los invasores, que se dieron a la fuga.

"¡Lo logramos!" - gritó Amara, mientras abrazaba a Tane y Kuntur.

Desde ese día, Amara se convirtió en una heroína entre su tribu. Aprendió que a veces los desafíos traen oportunidades de crecer y conocer a otros. Así, junto a su tribu, siguieron explorando el mundo, compartiendo historias y aventuras.

Y así, en el hermoso valle verde de Ecuador, cada amanecer traía nuevas historias que contar.

FIN.

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