Los Guardianes Verdes y la misión del parque



Había una vez un niño llamado Mateo que era conocido en su vecindario como "El niño de las botas rojas". Siempre llevaba puestas unas botas rojas brillantes que destacaban entre los demás.

Aunque a veces se sentía un poco diferente, siempre estaba lleno de energía y alegría. Un día, mientras Mateo caminaba por el parque con sus botas rojas, vio a una niña llamada Monse sentada en un banco.

Tenía el pelo rizado y una sonrisa amigable en su rostro. Mateo se acercó lentamente y le preguntó:- Hola, ¿qué haces aquí sola? Monse lo miró con curiosidad y respondió:- Estoy esperando a mi mamá. Pero parece que tardará mucho.

Mateo se sentó junto a ella y comenzaron a conversar. Descubrieron que tenían muchas cosas en común: les encantaba jugar al fútbol, dibujar y cuidar de los animales. Fue entonces cuando Mateo mencionó que siempre había querido tener un cachorro.

Los ojos de Monse se iluminaron al escuchar eso. - ¡Yo tengo un cachorro! Se llama Max y es muy juguetón. ¿Te gustaría conocerlo? Mateo asintió emocionado mientras seguían charlando sobre todas las aventuras que podrían tener juntos en el parque con Max.

Cuando finalmente llegaron a la casa de Monse, Max salió corriendo hacia ellos moviendo la cola con entusiasmo. Era un cachorro adorable con manchas marrones por todo su pelaje blanco como la nieve.

Los tres amigos pasaron horas jugando y corriendo por el parque. Max se convirtió en su compañero inseparable, siempre dispuesto a buscar la pelota o perseguir mariposas.

Un día, mientras exploraban un rincón del parque que nunca habían visitado antes, escucharon un llanto proveniente de los arbustos. Se acercaron con cuidado y encontraron a un pequeño pajarito herido. - ¡Pobrecito! -exclamó Monse-. Debemos ayudarlo. Mateo asintió y juntos construyeron un nido improvisado para el pajarito utilizando hojas y ramitas.

Lo llevaron al veterinario cercano, quien les enseñó cómo cuidar de él hasta que pudiera volar nuevamente. Con el tiempo, Mateo, Monse y Max se convirtieron en héroes del parque.

Ayudaban a los animales heridos, plantaban árboles y organizaban eventos para mantener limpio el lugar donde tanto disfrutaban jugar. La noticia sobre sus acciones se extendió rápidamente por todo el vecindario y más personas comenzaron a unirse a ellos en su misión de preservar la belleza del parque.

Juntos formaron un grupo llamado "Los Guardianes Verdes". A medida que pasaba el tiempo, Mateo ya no era conocido solo como "El niño de las botas rojas", sino como alguien valiente y amable que inspiraba a otros a hacer el bien.

Y así fue como Mateo, Monse, Max y todos los demás Guardianes Verdes demostraron que no importa cuán pequeños o diferentes podamos sentirnos, todos tenemos la capacidad de marcar una gran diferencia cuando trabajamos juntos por una causa justa.

Desde aquel día, el parque se convirtió en un lugar lleno de vida y amor, donde todos eran bienvenidos a jugar y disfrutar de la naturaleza. Y Mateo, Monse y Max siempre estarían allí para asegurarse de que así fuera. Fin.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!