Los Guerreros de la Laguna
En tiempos muy lejanos, cuando el sol amanecía,
los indígenas de la Laguna eran guerreros con valentía.
Con sus redes en mano, sus canoas sobre el río,
vivían en armonía, llenos de amor y sin desafío.
Un día, llegaron hombres de tierras lejanas,
con sombreros grandes y miradas insanas.
"¡Larguen esas redes! ¡Esta tierra es nuestra!"
dijeron los extraños, con voz muy siniestra.
Los indígenas, fuertes, se miraron entre ellos,
"¡No dejaremos que nos quiten nuestros destellos!"
Gritó el cacique, con voz de trueno:
"¡Defenderemos la Laguna, aunque falte el veneno!"
Pero la batalla fue dura, muchos hermanos cayeron,
y el cielo lloró lágrimas que nunca sintieron.
"¡No podemos rendirnos!", decía Anahí, la guerrera,
"La esperanza está viva, aunque la tierra sea dura y fiera."
Así, pese a las pérdidas, no todo estaba perdido,
Nacía en el corazón un viento decidido.
Se formaban caciques, fuertes y sabios,
unidos por amor, nunca por intereses avariciosos.
Con astucia y estrategia, planearon su lucha,
tomaron historias de sus ancestros, como brújula.
"Nos levantaremos, con fuerza y raíz
para ganar con astucia, como el viento en el matiz."
Pasaron los años, la lucha no acababa,
el sol se escondía tras cada nueva jornada.
Pero la voz de la libertad comenzó a resonar,
"¡Venid, hermanos! ¡Es tiempo de luchar!"
Y así llegó Simón Bolívar, un hombre de gran valor,
con sueños en su mente y un inmenso ardor.
"¡Libertad para todos!", exclamó con fuerza,
"Lucharemos juntos y romperemos la cerceza."
Los guerreros de la Laguna, con su espíritu intacto,
se unieron al Libertador, en un lazo sagrado.
"¡Juntos somos fuertes!", gritaban con pasión,
"Defenderemos nuestra tierra con todo el corazón."
Las batallas se libraron, el viento soplaba,
y entre cenizas y gloria, la esperanza navegaba.
La lucha fue dura, pero el sol volvió a brillar,
y los indígenas bailaron con alegría triunfal.
Con la libertad en sus manos, comenzaron de nuevo,
la Laguna renació, con amor como el fuego.
"¡Hoy celebramos nuestra historia y nuestra voz!",
dijeron, abrazando juntos, una nueva razón.
Así, el tiempo pasó, y los cuentos volaron,
y el legado de esos hombres jamás será olvidado.
Las aguas de la Laguna susurran en su piel:
"Siempre habrá fuerza en la unión, y un gran amanecer."
FIN.