Los Hermanitos y el Viaje al Pasado
Era un día soleado en la casa de los hermanitos Bárbara, Eric y Sofía. Estaban en su jardín, jugando con una caja de cartón que había sido una caja de mudanza. En un momento de inspiración, Bárbara tuvo una idea increíble.
"¿Y si esta caja es una máquina del tiempo?" - dijo emocionada.
"¡Sí! ¡Vamos a viajar al pasado!" - exclamó Eric, que siempre estaba dispuesto a seguir las ideas de su hermana.
"Yo quiero ver dinosaurios" - agregó Sofía, imaginándose cómo sería caminar entre esos gigantes.
Los tres se metieron dentro de la caja, se cerraron los ojos y contaron hasta tres, ¡y de repente, un fuerte viento los rodeó! Cuando abrieron los ojos, se encontraron en un lugar muy diferente: era un enorme campo lleno de plantas extrañas y unos árboles que parecían de película.
"¿Dónde estamos?" - preguntó Bárbara, mirando alrededor con asombro.
"Creo que viajamos a la época de los dinosaurios!" - dijo Eric, entusiasmado.
Justo en ese instante, un gran brontozaurio apareció en la distancia, comiendo hojas de un árbol alto. Sofía estaba fascinada.
"¡Miren, un dinosaurio!" - gritó.
Decidieron acercarse, pero de repente, un pequeño dinosaurio hizo su aparición. Parecía perdido y triste, así que Sofía se le acercó.
"¿Por qué estás solo?" - le preguntó con ternura.
El pequeño dinosaurio, que era un dino llamado Dino, les explicó que se había separado de su mamá mientras jugaba.
"No sé cómo volver a casa" - dijo Dino, con ojos llorosos.
Bárbara, siempre la más pensativa, recordó que había que ayudar.
"Podemos llevarte de regreso!" - dijo ella, determinadamente.
"¿Cómo lo haremos?" - preguntó Eric.
"Necesitamos seguir el camino que lleva a la gran montaña, ahí es donde viven los dinosaurios grandes" - explicó Sofía, recordando sus libros de dinosaurios.
Los hermanitos, junto a Dino, armados con su valentía, comenzaron el viaje hacia la montaña. En su camino, se encontraron con diversos retos, como un río crecido y un par de árboles caídos.
"¿Cómo cruzamos el río?" - preguntó Eric, mirando el agua.
"Podemos hacer un puente con esas ramas" - sugirió Bárbara. Trabajaron juntos y, tras un poco de esfuerzo, construyeron un puente que les permitió cruzar.
Al llegar a la montaña, vieron a muchos dinos grandes y fuertes. Pero una sombra oscura se cernía sobre ellos: un tiranosaurio estaba bloqueando el camino.
"¿Qué hacemos?" - preguntó Sofía, asustada.
"No debemos asustarlo; quizás simplemente esté protegiendo el camino" - comentó Bárbara.
Eric, que siempre había sido bueno para hablar, se adelantó y, con voz firme, dijo:
"Hola, señor dinosaurio. Venimos en paz y solo queremos ayudar a nuestro amigo Dino a encontrar a su mamá".
El tiranosaurio los miró con curiosidad, y luego comenzó a alejarse un poco, mostrándoles el camino.
"¡Miren, ahí está su mamá!" - gritó Sofía, señalando a otra gran mamá dinosaurio. Dino, lleno de felicidad, corrió hacia ella.
"¡Gracias, amigos!" - dijo Dino, mientras su mamá lo abrazaba.
"¡Lo logramos!" - exclamó Bárbara, feliz de haber ayudado.
De repente, un destello de luz los rodeó: era hora de regresar a casa. Abrazaron a Dino y le prometieron que siempre serían amigos.
Cuando los hermanitos abrieron los ojos de nuevo, estaban de vuelta en su jardín, con la caja de cartón a su lado.
"Fue increíble" - dijo Eric, sonriendo.
"Sí, y aprendimos a ayudar a los demás" - agregó Sofía.
"Creo que nuestra próxima aventura será con piratas" - sugirió Bárbara, mientras se miraban unos a otros y reían, llenos de sueños y nuevas ideas.
Y así, los hermanitos aprendieron que ayudar y trabajar juntos los llevaba a vivir las aventuras más increíbles, donde la amistad siempre es el mejor tesoro.
FIN.