Los Hermanitos y las Señales de la Ciudad



Era un soleado sábado por la mañana y dos hermanitos, Mateo y Sofía, estaban emocionados. Su mamá había decidido llevarlos a la ciudad por primera vez. Mientras se preparaban, Mateo no podía dejar de preguntarse qué aventuras los esperaban.

- ¡Mamá! ¿Vamos a ver la plaza? - le gritó emocionado.

- ¡Sí, Mateo! Y también vamos a ver edificios grandes, comer helado y, por supuesto, ¡las señales viales! - respondió su mamá con una sonrisa.

Los hermanitos subieron al auto y, tras un suave viaje, llegaron a la ciudad. Cuando bajaron, sus ojos se abrieron como platos al ver todo lo que los rodeaba: autos, bicicletas y mucho movimiento.

- ¡Mirá, Sofi! ¡Esa señal dice que hay que parar! - exclamó Mateo, apuntando con el dedo.

- ¿Por qué hay tantas señales? - preguntó Sofía, que nunca había visto algo así antes.

Antes de que su mamá pudiera responder, una señora pasó corriendo.

- ¡Apúrate! ¡El semáforo está en rojo! - le gritó a su amiga.

- ¿Qué es un semáforo? - inquirió Sofía, un poco confundida.

Su mamá se agachó y les explicó:

- El semáforo es una señal que indica cuándo debemos parar y cuándo podemos seguir. Cuando está en rojo, todos deben detenerse; y cuando está en verde, pueden avanzar.

Los hermanitos miraban con asombro cómo las personas seguían estas reglas. Se dieron cuenta de que sin las señales, el caos podría reinar en la ciudad.

Mientras caminaban por la vereda, Sofía vio una señal que decía "Cuidado, niños".

- ¡Mirá, Mateo! ¡Eso es para nosotros! - dijo entusiasmada.

- ¡Sí! Significa que hay que estar atentos, que los autos pueden pasar por aquí - respondió Mateo.

A medida que avanzaban, encontraron más señales: "No estacionar", "Ceda el paso" y "Zona escolar". Cada una despertaba la curiosidad de los hermanitos. No podían imaginar que en el campo, donde vivían, no había nada de eso.

- ¿Por qué no hay señales en el campo? - preguntó Sofía al ver un cartel que decía "Prohibido pasar" en la ciudad.

- En el campo, la gente suele conocerse y hay menos autos. Pero, ¡podríamos tener señales allí también! - sugirió Mateo.

Sofía se iluminó con la idea.

- ¡Sería divertido! Podríamos poner señales en nuestro camino, como "Cuidado con los caballos" o "No correr".

- ¡Exacto! Así todos sabrían cómo moverse mejor - agregó Mateo entusiasta.

Entonces, mientras paseaban, Mateo y Sofía tuvieron una idea brillante.

- ¿Y si hacemos un dibujo de las señales que necesitamos en el campo? - propuso Sofía.

- ¡Sí! Podríamos hacer un gran cartel para que todos lo vean - dijo Mateo.

Más tarde, después de disfrutar de un helado y pasar un rato jugando en la plaza, los hermanitos regresaron a casa con una nueva misión. Con un gran papel, colores y mucha imaginación, se pusieron a dibujar.

- Este será nuestro "Mapa Vial del Campo" - dijo Mateo, sonriendo.

- ¡Mirá! Aquí está la señal de "Cuidado con la vaca", y aquí la de "Días de paseo" - agregó Sofía, emocionada con cada nuevo diseño.

Cuando mostraron su trabajo a sus padres, la mamá, orgullosa, comentó:

- Me encanta que hayan tenido esta idea. Podemos hacer un taller en la escuela y enseñar a otros niños sobre las señales que necesitamos en el campo.

Así, con la ayuda de sus padres, Mateo y Sofía organizaron un taller en su escuela. Todos los niños se unieron para aprender sobre las señales viales y crear sus propios carteles. Y así, poco a poco, el campo se llenó de señales que indicaban cómo moverse con seguridad y alegría.

Mateo y Sofía aprendieron que las señales no solo en la ciudad son importantes, sino que pueden hacer que su hogar sea un lugar más seguro. Desde entonces, cada vez que veían una señal, sonreían y recordaban su emocionante aventura en la ciudad y cómo habían comenzado un cambio en su hogar.

FIN.

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