Los Hermanos de la Luna
Había una vez, en un barrio lleno de risas y juegos, 13 hermanos mellizos llamados Lucas, Mateo, Valentina, Sofía, Juan, Emma, Nicolás, Lila, Tomás, Clara, Leo y Gime. Ellos eran inseparables y compartían todo, desde sus secretos hasta sus sueños. Sin embargo, había algo que los tenía preocupados: su madre y su padre no eran los más amables del mundo.
Un día, mientras jugaban en el jardín, notaron que su madre estaba enfadada.
"¡Chicos! ¡Dejen de hacer ruido y pónganse a estudiar!" - gritó ella, con un tono que hizo eco en el aire.
"Pero mamá, ya hicimos nuestra tarea" - respondió Lucas, con voz temblorosa.
"¡No me importa! ¡La casa tiene que estar impecable y ustedes son unos vagos!"
A los hermanos no les gustaba cómo los trataban, así que tomaron una decisión.
"¿Y si nos vamos a la Luna?" - sugirió Mateo, en un arranque de imaginación.
"¡Sí! ¡Allí nadie podrá gritarnos!" - exclamó Valentina, iluminando el rostro de todos.
Con esa idea en mente, los 13 hermanos comenzaron a construir un cohete en el garaje. Utilizaron cajas viejas, paneles de cartón y hasta sillas de playa que estaban en desuso. Aunque no era el cohete más bonito, era el más especial porque estaba hecho con amor.
Cuando el cohete estuvo listo, se despidieron de su casa:
"No volveremos hasta que podamos ser libres" - dijo Sofía, con una mezcla de tristeza y valentía.
Subieron al cohete y contaron:
"Tres, dos, uno... ¡despegue!"
Con una gran explosión de risas y un poco de imaginación, comenzaron su aventura hacia la Luna. Viajaron por el espacio, visitando estrellas y planetas, mientras cantaban canciones y compartían historias. Cuando finalmente llegaron a la Luna, se encontraron con un paisaje asombroso: había ríos de luna, montañas de polvo estelar y hasta un pequeño conejo espacial que los saludaba.
"¡Hola, amigos!" - dijo el conejo.
"¿Qué hacen por aquí?"
"Venimos a escapar de problemas", respondió Juan con una sonrisa.
El conejo los miró con compasión.
"Escarpar no es la solución. Todos tenemos desafíos que enfrentar. ¿No sería mejor aprender a lidiar con lo que les preocupa?"
Los hermanos se miraron entre sí, dándose cuenta de que el conejo tenía razón.
"No podemos quedarnos aquí para siempre. Debemos regresar y ver cómo podemos mejorar la situación” - dijo Emma.
Mientras miraban el cielo estrellado, comenzaron a hablar sobre sus sentimientos y a plantear ideas sobre cómo podían enfrentar a sus padres de una manera diferente.
"Quizás deberíamos hablar con ellos..." - sugirió Clara.
"Sí, podríamos escribir una carta para explicarles cómo nos sentimos sin que ellos se enojen" - propuso Tomás.
Después de un rato, decidieron que era hora de volver, así que subieron nuevamente al cohete y se lanzaron de regreso a la Tierra. Cuando llegaron, los 13 hermanos se sintieron más fuertes.
"Ahora somos un equipo listo para enfrentarnos a cualquier cosa" - dijo Nicolás, sonriendo.
Juntos, escribieron una carta para sus padres y se la entregaron.
"Queremos que nos escuchen y entiendan lo que sentimos" - dijeron todos a la vez.
Los padres, sorprendidos al leer la carta, se dieron cuenta de que no habían sido justos con ellos. Luego de conversaciones sinceras, decidieron buscar ayuda y aprender a cuidar mejor a sus hijos.
Con el tiempo, la familia se unió y comenzó a vivir en un ambiente más amoroso. Los 13 hermanos aprendieron que ser valientes significa también enfrentar los problemas y no solo escapar de ellos. Y así, vivieron felices, creando recuerdos preciosos, siempre con una sonrisa. Y cada vez que miraban hacia la Luna, recordaban su gran aventura y el valor que encontraron en sí mismos.
FIN.