Los hermanos futbolistas



Valentino y Bautista eran dos hermanos muy diferentes. Valentino era alto, delgado y siempre estaba dispuesto a probar cosas nuevas. Bautista, en cambio, era bajo y más retraído.

Aunque ambos amaban el fútbol por igual, nunca habían jugado juntos. Un día, mientras caminaban hacia la cancha de fútbol del barrio, Valentino le preguntó a su hermano: "¿Por qué nunca jugamos juntos?". Bautista se encogió de hombros tímidamente: "No sé...

siempre pensé que no era lo suficientemente bueno". Valentino sonrió: "¡Claro que eres lo suficientemente bueno! ¡Eres mi hermano y te enseñaré todo lo que sé!". Así comenzó una tarde llena de risas, juegos y aprendizaje.

Valentino le mostró a Bautista cómo dar un buen pase y cómo controlar la pelota con precisión. Bautista escuchaba atentamente cada consejo de su hermano mayor. Pero cuando empezaron a jugar un partido contra otros chicos del barrio, las cosas no fueron tan fáciles como parecían.

Los demás niños se burlaban de Bautista por ser más pequeño e intentaban quitarle la pelota constantemente.

Valentino notó que su hermano estaba desanimado y decidió tomar acción: "¡Oye chicos! ¿Qué tal si hacemos equipos equilibrados para que todos tengamos oportunidad?". Los otros niños aceptaron la propuesta y formaron dos equipos justos. Y así fue como el equipo de Valentino y Bautista comenzó a ganar.

Bautista se movía con agilidad por la cancha, dando buenos pases y anotando goles. Cuando el partido terminó, Valentino abrazó a su hermano: "¡Lo hiciste genial! ¡Eres un gran jugador!". Bautista sonrió de oreja a oreja y respondió: "Gracias por enseñarme todo lo que sabes, hermano.

Ahora sé que puedo hacer cualquier cosa si me esfuerzo". Desde ese día en adelante, los hermanos Valentino y Bautista jugaron al fútbol juntos siempre que podían. Y aunque no siempre ganaban, lo importante era disfrutar del juego y apoyarse mutuamente.

FIN.

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