Los Hermanos y el Bosque Encantado



Era una mañana radiante cuando dos hermanos, Lucas y Sofía, decidieron aventurarse al bosque encantado que se encontraba cerca de su casa. Con su leal perro, Toby, corriendo a su lado, estaban listos para descubrir un mundo lleno de sorpresas.

"¿Creés que realmente sea un bosque encantado?" - preguntó Sofía, con los ojos brillando de emoción.

"Seguro. ¡Vamos a descubrirlo!" - respondió Lucas, mientras Toby ladraba felizmente.

Al entrar al bosque, los árboles parecían cobrar vida. Las hojas susurraban secretos y las flores brillaban con colores que nunca habían visto. De repente, encontraron un resplandor a lo lejos. Al acercarse, se dieron cuenta de que era un pequeño puente hecho de dulces.

"¡Mirá! ¡Un puente de caramelos!" - exclamó Sofía.

"No lo toques todavía. Podría ser una trampa" - advirtió Lucas, recordando las historias que su abuela les había contado.

Toby, curioso, se acercó al puente y, con un pequeño ladrido, hizo temblar una de las gomitas que se encontraba en el borde. De pronto, el puente comenzó a vibrar, y una voz mágica resonó en el aire.

"¡Solo los valientes pueden cruzar!" - dijo la voz. "¿Quién se atreve?"

Los hermanos se miraron, emocionados pero también un poco asustados. Finalmente, Lucas tomó la mano de Sofía.

"¡Nosotros lo haremos juntos!" - decidió. "1, 2, ¡3!"

Con un paso firme, comenzaron a cruzar el puente. Mientras lo hacían, los caramelos comenzaron a brillar aún más, y una suave música llenó el ambiente. Al llegar al final, se encontraron en un claro lleno de criaturas mágicas. Allí había hadas, unicornios y árboles que danzaban.

"¡Los estabamos esperando!" - dijo una hada con alas brillantes. "Nosotros necesitamos su ayuda."

"¿Nuestra ayuda? Pero ¿qué podemos hacer nosotros?" - preguntó Sofía, sorprendida.

La hada explicó que un dragón había robado el color de su mundo y lo había llevado a su cueva. Sin colores, la magia se desvanecía y los animales estaban tristes.

"Si logran devolver el color, ¡todos estaremos agradecidos!" - añadió el unicornio, moviendo su crin llena de destellos.

Lucas y Sofía se miraron con determinación.

"¡Vamos, Toby! Podemos hacerlo" - dijo Lucas.

"¿Y cómo lo hacemos?" - preguntó Sofía.

"Creo que debemos ser valientes y enfrentarnos al dragón. Juntos podemos lograrlo" - respondió Lucas.

Los tres se adentraron en la selva hacia la cueva del dragón. Al llegar, escucharon un fuerte ruidito que sonaba como un llanto. Lucas y Sofía decidieron asomarse.

"¿Qué hay dentro?" - preguntó Sofía con un ligero temblor en su voz.

"No lo sé, pero tengo una idea" - dijo Lucas. "Toby, acércate con cuidado y ve qué puedes ver."

Toby se acercó a la entrada de la cueva y, de repente, salió un pequeño dragón de colores apagados y ojos tristes.

"¡Hola!" - dijo el dragón, dejándose ver.

"¿Eres tú el que ha robado los colores?" - preguntó Sofía, sorprendida.

"No lo he robado. Me siento solo y triste. Pensé que así podría tener amigos. Pero ahora me doy cuenta que solo los espanté" - respondió el dragón, sollozando.

Lucas y Sofía se sintieron conmovidos.

"No necesitas robar para tener amigos. Podemos jugar contigo y ser tus amigos" - dijo Lucas.

El dragón miró esperanzado. "¿De verdad? Pero, ¿me perdonarán?"

"Claro que sí. Todos tenemos días difíciles y a veces solo necesitamos un poco de comprensión." - respondió Sofía con una sonrisa.

El dragón se sintió aliviado. "Bueno, si ustedes me ayudan a devolver los colores, prometo no volver a sentirme solo."

"¡Trato hecho!" - exclamaron los hermanos.

Juntos, los tres se pusieron en marcha y con la ayuda de Toby, buscaron la forma de devolver los colores al bosque. El dragón sopló su aliento mágico, y con cada destello de luz, el bosque revivía. Al final, todo brillaba con colores intensos y la risa de las criaturas mágicas llenó el aire.

"¡Gracias, amigos!" - dijo el dragón.

"¡Ahora somos todos parte de este mágico bosque!" - respondió Sofía, abrazando al dragón.

Desde ese día, los hermanos, Toby y el dragón se convirtieron en los mejores amigos, explorando el bosque juntos y ayudando a sus habitantes. Aprendieron que la amistad y la unión son más poderosas que cualquier magia y que, a veces, compartir y ser comprensivos puede cambiar el mundo.

Así, Lucas y Sofía regresaron a casa con el corazón lleno de alegría, sabiendo que cada aventura es mejor cuando se comparte con amigos.

Fin.

FIN.

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