Los Hermanos y el Papá Noel en Apuros
Era la noche del 24 de diciembre y en la casa de los hermanos Mario, Manuel y Marco, todo estaba lleno de luces, adornos y un aroma delicioso a galletitas de jengibre. Los tres no podían contener la emoción, ya que la Navidad era su época favorita del año.
"¡No puedo creer que por fin llegó la nochebuena!" - exclamó Mario, el mayor de los tres.
"¿Ya prepararon los zapatos para que Papá Noel deje los regalos?" - preguntó Manuel, el mediano, que siempre estaba ansioso por saber qué sorpresas les traerían.
"¡Sí! Y además, ¿quién sabe? Quizás esta noche también veamos a Fede Vigevani en vivo!" - respondió Marco, el más pequeño, con una sonrisa de oreja a oreja.
Los tres hermanos se sentaron juntos a mirar videos de Fede en su tablet, cuando de repente, un ruido fuerte vino del jardín.
"¿Qué fue eso?" - preguntó Marco, con los ojos bien abiertos.
"Vamos a ver!" - dijo Mario, guiando a sus hermanos hacia la puerta.
Al salir, se encontraron con un Papá Noel real, que estaba atrapado entre las ramas de un árbol. Su saco lleno de juguetes estaba desparramado por el suelo.
"¡Ayuda!" - gritó Papá Noel con una voz preocupada. "Me he quedado atascado mientras trataba de dejar regalos. ¡No puedo entregarlos si no me liberan!"
"¡No te preocupes, Papá Noel!" - dijo Manuel, su corazón latiendo de emoción. "Vamos a ayudarte!"
"¡Sí!" - añadió Marco, entusiasmado. "¡Fede siempre dice que hay que ayudar a los demás!"
Los hermanos se acercaron a ayudar, pero el árbol era un poco complicado y pesado. Justo cuando comenzaron a desfilar ideas sobre cómo liberar a Papá Noel, se escuchó la voz de Fede Vigevani desde un dispositivo mágico que había dejado en su último video.
"¡Chicos! Recuerden, siempre hay que pensar fuera de la caja. ¿Qué les parece hacer una cadena humana y tirar todos juntos?" - dijo la voz.
"¡Buena idea, Fede!" - exclamó Marco. "¡Vamos a hacerlo!"
Los tres hermanos se unieron, uno detrás del otro, y comenzaron a tirar mientras contaban hasta tres.
"Uno... dos... tres... ¡TIREMOS!"
Juntos hicieron fuerza y, con un enorme esfuerzo, lograron liberar a Papá Noel, quien se deslizó con una risa de alivio.
"¡Increíble! Ustedes son unos verdaderos héroes de la Navidad!" - Papá Noel agradeció, mientras recogía su saco. "Como recompensa por su valentía, cada uno de ustedes recibirá un regalo especial. ¡Y no olviden que la magia de la Navidad se encuentra en ayudar a los demás!"
"¡Gracias, Papá Noel!" - cantaron los tres al unísono, emocionados.
"¿Podemos tomar una foto con vos?" - preguntó Manuel, mientras todos sonreían.
Después de la foto, Papá Noel se subió a su trineo y comenzó a volar.
"Recuerden, siempre hay que estar dispuestos a ayudar. Esa es la verdadera magia de la Navidad!"
Desde entonces, cada vez que los hermanos celebraban la Navidad, no solo pensaban en los regalos, sino en cómo podían ayudar a los demás, tal como lo hicieron aquella noche. Y claro, cada año, esperaban con ilusión a ver si Papá Noel volvería a visitarlos.
En su pequeño rincón, siempre había un lugar especial para que Papá Noel dejara un regalo, y también un pequeño regalo de gratitud para alguien que lo necesitara. Así, mantenían viva la esencia de la Navidad, inspirando a otros a hacer lo mismo.
FIN.