Los hermanos y los ratones sabios



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Raticulín, dos hermanos llamados Lucas y Sofía. A ellos les encantaba jugar en el parque y conocer nuevos amigos. Sin embargo, tenían una curiosidad tan grande que a veces hablaban con desconocidos sin tener cuidado. Un día, estaban cerca de un arbusto cuando vieron a unos pequeños ratones asomándose. "¡Mirá, Sofía!", dijo Lucas. "Sí, son tan tiernos!", respondió ella. Los ratones, al oír sus voces, decidieron acercarse.

Los ratones se presentaron. "Hola, somos Tico y Miki", dijo el ratón más pequeño, que era más atrevido. "Nos alegra conocerte, pero queremos advertirles sobre algo importante", continuó Miki, lleno de seriedad. Los hermanos, intrigados, escucharon atentamente. "A veces, los desconocidos pueden parecer amables, pero hay peligros que no siempre se ven. No deberías hablar con ellos sin saber quiénes son". Lucas y Sofía se miraron, sorprendidos, pero también fascinados por la sabiduría de los ratones.

Al siguiente día, mientras jugaban en el parque, Lucas vio a un extraño que les sonreía desde un banco. Sin pensar, se acercó. "¡Hola! Soy Lucas, ¿quieres jugar?". Pero justo en ese momento, Tico apareció corriendo. "¡Lucas, espera!", gritó el ratón, recordando la advertencia. Sofía, al ver la situación, se unió. "Esperá, Lucas! No sabemos nada de él!". El extraño, al ver la preocupación de los hermanos, se alejó lentamente, murmurando algo.

Confundidos pero aliviados, Lucas y Sofía se sentaron en la sombra de un árbol para conversar. "¿Te imaginas que el ratón tenía razón?", dijo Sofía. "Sí, yo también lo creo. Debemos ser más cautelosos". En ese instante, Miki y Tico aparecieron y los escucharon. "Nos alegra que estén aprendiendo la lección!", exclamó Miki. "Siempre hay que escuchar a los amigos, incluso si son pequeños como nosotros!". Los hermanos, divertidos, vieron lo valiosa que era la ayuda de sus nuevos amigos animals.

Con el pasar de los días, Lucas y Sofía continuaron jugando, pero aprendieron a ser más cautelosos. No solo reconocieron a Miki y Tico como sus amigos, sino que también entendieron la importancia de no hablar con extraños. Cuando se cruzaban con personas desconocidas, se sonreían, pero se mantenían alejados. Gracias a la ayuda de los ratones, se volvieron más responsables y seguros.

De esta manera, Lucas y Sofía no solo crecieron en astucia y valentía, sino que también fortalecieron su lazo como hermanos. Cada vez que veían a los ratones, les agradecían por su valiosa enseñanza. A partir de entonces, estos pequeños roedores se convirtieron en los guardianes de los hermanos, recordándoles siempre la importancia de la precaución y la amistad. El parque se llenó de risas y juegos, sabiendo que los hermanos estaban protegidos por la sabiduría de sus amigos ratones.

FIN.

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