Los Héroes de la Historieta
Era un día radiante en la escuela y los alumnos de 6to grado estaban emocionadísimos porque hoy era un día especial: debían presentar sus historietas. En la sala de computación, todos se agolpaban alrededor de las computadoras, riendo y disfrutando del arte que habían creado.
"Mirá lo que hice, es un superhéroe que vuela y tiene rayos láser en los ojos", exclamó Joaquín mientras mostraba su dibujo a sus amigos.
"¡Eso es genial! Yo tengo una heroína que puede atravesar paredes", dijo Valentina mientras giraba su computadora para que todos pudieran ver.
"¡Qué locura!", agregó Tomás, "mi personaje es un perro que habla y ayuda a los demás a resolver problemas".
Los chicos estaban entusiasmados y se dieron cuenta de que cada uno tenía algo único que aportar. Sin embargo, había un chico al fondo, Mateo, que no sonreía.
"¿Mateo, por qué no muestras tu historieta?", le preguntó Valentina.
"No sé, no creo que sea tan buena como las de ustedes", respondió Mateo con una voz apagada.
Los demás se miraron, dudando sobre qué hacer.
"¡Vamos, Mateo! La clave está en que es tuyo. Todos tenemos un estilo diferente", animó Joaquín.
Mateo tomó aire y, aunque dudoso, se levantó y caminó hacia la pizarra donde iban a exponer las historietas.
"Yo… yo dibujé a un niño que se siente diferente porque no tiene superpoderes, pero usa su creatividad para resolver situaciones", comenzó a explicar con timidez.
De repente, la puerta de la sala se abrió y la maestra, la Srta. Miranda, entró con una gran sonrisa.
"¡Buenos días, chicos! Estoy muy emocionada por ver todas sus creaciones. Recuerden que lo más importante es la historia que cuentan", dijo mientras se acercaba al grupo.
Cada uno de los chicos fue pasando para mostrar sus obras. Joaquín mostró su héroe volador, mientras Valentina presentó a su heroína.
La Srta. Miranda aplaudió entusiasta y todos se sintieron muy orgullosos.
"¡Impresionante!", dijo la maestra.
Finalmente, fue el turno de Mateo.
"Yo dibujé a un niño diferente…", empezó. Al principio la sala se quedó en silencio, pero poco a poco, mientras Mateo iba explicando la historia, todos empezaron a escuchar con atención.
"…Y aunque no tiene poderes, él ayuda a sus amigos a encontrar su luz interior", terminó.
La sala estalló en aplausos.
"Eso fue hermoso, Mateo. La verdadera magia está en ser uno mismo", dijo la Srta. Miranda con los ojos brillantes.
Mateo se sonrojó, y por primera vez, sonrió genuinamente.
"Gracias a todos. Creo que mi historieta también es especial. ¡Y ustedes me inspiraron!", respondió con sinceridad.
Al final de la jornada, la Srta. Miranda les compartió un pequeño secreto.
"Cada uno de ustedes tiene una chispa única, y eso es lo que hace que el mundo sea divertido", les dijo.
"Podemos ser héroes de muchas formas", añadió Valentina, mirando a sus amigos.
Y así, ese grupo de chicos aprendió que todos, sin importar sus talentos, tienen algo valioso que ofrecer. Desde ese día, su amistad se volvió aún más fuerte, y juntos, continuaron creando historias, cada uno con su estilo, pero todos unidos por su amor por la creatividad.
El tiempo pasó, pero nunca olvidaron aquel día en la sala de computación, donde descubrieron que ser diferentes es lo que los hace realmente especiales.
FIN.