Los héroes de la jaula



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, dos cobayas llamadas Pancho y Lola. Eran las mejores amigas y siempre estaban juntas, explorando el mundo desde su jaula en la casa de Martina, una niña muy curiosa.

Un día, mientras Martina estaba jugando con sus amigos en el patio trasero, Pancho y Lola decidieron aventurarse más allá de los barrotes de su jaula. Estaban emocionadas por descubrir qué había fuera de ese pequeño espacio.

Al salir de la jaula, se encontraron con un hermoso jardín lleno de flores coloridas y árboles altos. Las cobayas saltaron de alegría al ver tantas cosas nuevas por explorar.

De repente, escucharon una voz que decía: "¡Hola! Soy Matías, el ratón aventurero". Era un ratoncito simpático que vivía en el jardín. Se acercó a ellas para saludarlas. "¡Hola Matías! Somos Pancho y Lola", dijeron las cobayas emocionadas. "¿Podrías mostrarnos tu mundo?", preguntó Pancho con curiosidad.

Matías les llevó a recorrer el jardín y les enseñó todo lo que sabía sobre las plantas y los animales que vivían allí.

Les habló sobre las abejas trabajadoras que polinizan las flores, los pájaros cantores que construyen nidos en los árboles y hasta les mostró cómo buscar comida entre la hierba alta. Las cobayas quedaron maravilladas con cada nueva experiencia. Pero pronto llegaron a un lago donde se encontraba una tortuga llamada Rosita.

Estaba triste porque no podía llegar a su hogar en el otro extremo del lago. "¡Hola Rosita! ¿Qué te pasa?", preguntó Lola preocupada. "No puedo cruzar el lago para volver a mi casa, soy muy lenta", respondió la tortuga con lágrimas en los ojos.

Pancho y Lola se miraron y supieron que debían ayudar a su nueva amiga. Se les ocurrió una idea brillante: construir un puente con ramas y hojas para que Rosita pudiera pasar al otro lado.

Las cobayas trabajaron arduamente, llevando ramitas y hojas de aquí para allá. Martina las observaba desde lejos, sorprendida por la inteligencia y la valentía de sus pequeñas mascotas. Finalmente, después de mucho esfuerzo, el puente estaba listo.

Rosita pudo cruzar el lago sin problemas y regresar a su hogar seguro. La tortuga estaba tan agradecida que les prometió protegerlas siempre que estuvieran en peligro. Pancho, Lola y Martina sonrieron felices por haber hecho algo bueno por alguien más.

A partir de ese día, las cobayas continuaron explorando el mundo fuera de su jaula junto con Matías y Rosita. Aprendieron sobre la importancia de la amistad, la valentía y cómo trabajar juntos para superar cualquier obstáculo.

Martina también aprendió una valiosa lección: nunca subestimar lo que pueden hacer incluso las criaturas más pequeñas. Desde entonces, cuidó aún más a sus queridas mascotas sabiendo que eran capaces de cosas increíbles.

Y así fue como Pancho y Lola, las cobayas aventureras, se convirtieron en héroes del jardín y vivieron muchas más emocionantes aventuras junto a sus amigos.

FIN.

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