Los héroes de los sueños laborales



En una soleada mañana de primavera, en la escuela de Mar del Plata, la maestra Laura decidió contarles a sus diez alumnos la historia detrás del Día del Trabajador.

Les habló sobre la importancia de valorar el esfuerzo y dedicación que ponen las personas en sus trabajos, y cómo es fundamental encontrar algo que les apasione para desarrollarse plenamente. Los niños escuchaban atentos, con los ojos brillantes de curiosidad e ilusión.

Al terminar la historia, la maestra propuso un juego: cada uno debía pensar en qué quería ser cuando fuera grande y luego compartirlo con el resto. - ¿Y ustedes chicos, ya saben qué quieren ser? -preguntó Laura.

- Yo quiero ser astronauta para viajar al espacio y descubrir planetas nuevos -dijo Tomás emocionado. - ¡Yo quiero ser veterinaria para cuidar a los animalitos! -exclamó Sofía con entusiasmo.

Así, uno a uno, los niños fueron compartiendo sus sueños y aspiraciones:"Yo quiero ser futbolista y jugar en la selección argentina", dijo Juan. "A mí me gustaría ser chef y cocinar platos deliciosos", agregó Valentina. "Yo sueño con ser arquitecto para construir edificios altísimos", expresó Martín.

"A mí me encantaría ser maestra como vos, señorita Laura", dijo Carolina tiernamente. La maestra sonrió ante las respuestas de sus alumnos y les dijo: "Recuerden que pueden lograr cualquier cosa si se lo proponen. Lo importante es trabajar duro y nunca dejar de soñar".

Esa misma tarde, los diez amigos se reunieron en el parque para seguir hablando sobre sus futuros deseos laborales. De repente, vieron a lo lejos un globo aerostático que parecía estar en problemas.

Sin dudarlo dos veces, decidieron correr hacia él para ayudar. Al llegar junto al globo, encontraron a un anciano asustado que les explicó que se había quedado sin gasolina y no podía descender.

Los niños pensaron rápidamente en una solución: juntaron todas las cuerdas que tenían entre sus mochilas escolares y lograron sujetar el globo para evitar que siguiera elevándose. - ¡Lo logramos! ¡Somos unos verdaderos héroes! -gritó emocionado Pablo. El anciano les dio las gracias efusivamente por su valentía y astucia.

Les preguntó qué querían ser cuando fueran grandes, sorprendido por tanta determinación a tan corta edad. Los niños respondieron al unísono:- ¡Queremos ser salvavidas del cielo! El anciano sonrió conmovido por la respuesta ingeniosa de los pequeños.

Les prometió regresar al parque pronto con un regalo especial como muestra de gratitud por haberle salvado aquel día. Desde entonces, los diez amigos continuaron pensando en su futuro laboral con ilusión renovada.

Sabían que cualquier meta podía alcanzarse si trabajaban juntos como equipo y nunca perdían la esperanza. Y así fue como aquel día inolvidable marcó el inicio de una hermosa amistad llena de sueños compartidos e infinitas posibilidades por descubrir.

FIN.

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