Los héroes de Villa Feliz



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, un gato naranja muy curioso y travieso llamado Simón.

Simón era conocido por ser el gato más juguetón de todo el lugar, siempre estaba buscando aventuras y travesuras nuevas para hacer. Un día soleado de primavera, mientras Simón paseaba por los jardines del pueblo, se encontró con una mariposa azul revoloteando entre las flores. Sin pensarlo dos veces, comenzó a perseguirla saltando de un lado a otro.

La mariposa, asustada, volaba cada vez más alto tratando de escapar de las patas del travieso gato. De repente, la mariposa azul desapareció detrás de unos arbustos y Simón se detuvo sorprendido al escuchar unas risas suaves.

Se acercó sigilosamente y descubrió a Luna, una niña pequeña con grandes ojos brillantes que reía felizmente mientras observaba la escena. - ¡Hola! -saludó Simón moviendo su cola con entusiasmo. - ¡Hola! -respondió Luna con una sonrisa tierna-.

¿Cómo te llamas? - Soy Simón, el gato naranja más travieso del pueblo. ¿Y tú quién eres? - Yo soy Luna, me encantan los animales. ¿Quieres jugar juntos? Desde ese día, Simón y Luna se convirtieron en inseparables compañeros de juegos.

Juntos exploraban cada rincón del pueblo, descubriendo secretos escondidos y haciendo nuevos amigos entre los vecinos.

La amistad entre el gato naranja y la niña curiosa era tan fuerte que todos en Villa Feliz los conocían como "los aventureros imparables". Una tarde calurosa de verano, mientras caminaban cerca del bosque misterioso que rodeaba el pueblo, escucharon un débil maullido proveniente de lo profundo del bosque. - ¿Escuchaste eso? -preguntó Luna preocupada.

- Sí, parece un gatito necesitado de ayuda. ¡Vamos a investigar! -exclamó Simón decidido. Sin dudarlo ni un segundo, se adentraron juntos en el oscuro bosque siguiendo el sonido del maullido.

Entre los árboles encontraron a Coco, un minino blanco atrapado en lo alto de un árbol sin poder bajar. - ¡Ayúdenme por favor! Estoy atrapado desde ayer -maulló Coco angustiado.

Luna miró a Simón con preocupación pero él le guiñó un ojo confiado antes de trepar hábilmente hasta donde estaba Coco y ayudarlo a bajar sano y salvo. - ¡Gracias por salvarme! No sé cómo podré agradecérselos -dijo Coco emocionado. - No hay problema amigo Coco. En Villa Feliz nos ayudamos mutuamente porque somos una gran familia -explicó Luna con dulzura.

Los tres amigos regresaron al pueblo justo cuando caía la noche bajo la admiración de todos los vecinos que habían salido preocupados por ellos.

Desde ese día en adelante, Simón junto a sus amigos Luna y Coco se convirtieron en héroes locales queridos por todos en Villa Feliz gracias a su valentía e espíritu solidario.

FIN.

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