Los huesos del cuerpo que forman el esqueleto humano




Érase una vez en un cuerpo humano muy especial, donde todos los huesos vivían en armonía y alegría. El hueso más importante de todos era el esqueleto, que se encargaba de mantener al cuerpo erguido y protegido.

Un día, el esqueleto se despertó con una noticia alarmante: los huesos habían comenzado a pelear entre ellos. El fémur discutía con la tibia, la clavícula no se hablaba con el húmero, y la columna vertebral estaba totalmente torcida.

El esqueleto, preocupado por la situación, decidió buscar una solución. "¡Huesos! ¡Huesos! ¡Reúnanse todos, por favor!" -exclamó el esqueleto. Al principio, los huesos se miraron con desconfianza, pero al ver la preocupación en los ojos del esqueleto, decidieron escucharlo.

El esqueleto les habló sobre la importancia de trabajar juntos, de apoyarse mutuamente y de ser fuertes como equipo para mantener al cuerpo sano y feliz. Los huesos reflexionaron sobre las palabras del esqueleto y, poco a poco, comenzaron a resolver sus diferencias.

La tibia se disculpó con el fémur, la clavícula hizo las paces con el húmero, y la columna vertebral se enderezó. Pronto, el cuerpo volvió a sentirse fuerte y en paz.

Los huesos aprendieron que, aunque fueran diferentes, debían estar unidos para cumplir su función. Desde entonces, el esqueleto y los demás huesos trabajaron juntos, apoyándose y manteniendo al cuerpo humano en perfecto equilibrio. Y así, el cuerpo pudo seguir adelante, lleno de fuerza y armonía.

FIN.

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