Los Insectos Valientes



En un pequeño y colorido jardín, donde los rayos del sol danzaban entre las flores, vivía una colonia de hormigas muy trabajadoras. Cada día, estas hormigas se esforzaban por recolectar comida y construir su hogar. Sin embargo, había un pequeño grupo de bichos que no eran hormigas, pero se sentían parte de la comunidad: los saltamontes, las mariquitas y hasta un pequeño escarabajo que soñaba con ser valiente.

Un día, la reina hormiga, madre de todos los habitantes del jardín, convocó a una reunión. "Queridos insectos, debemos prepararnos para la temporada de lluvia, se acerca un grupo de langostas muy fuertes y hambrientas que intentarán arrasar con nuestra comida", explicó con preocupación.

Los insectos comenzaron a murmurar entre ellos, llenos de miedo. "¿Cómo podremos parar a las langostas?", preguntó una pequeña hormiga.

"¡No podemos! Son demasiado fuertes", respondió una mariquita.

"¿Y si nos juntamos?", sugirió el escarabajo, que siempre había tenido grandes ideas, pero nunca había tenido la oportunidad de demostrarlo.

Al principio, todos se rieron de él. "¿Tú? ¿Hacer algo?", se burló un saltamontes. Pero el escarabajo estaba decidido. "Si unimos nuestras fuerzas, tal vez podamos encontrar una manera de proteger lo que es nuestro. ¡No podemos dejar que el miedo nos paralice!"

Convencidos por el coraje del escarabajo, el grupo decidió trabajar juntos. Se ofrecieron a ayudar a las hormigas a construir defensas y a idear un plan. Los saltamontes, con su gran capacidad de salto, se encargaron de explorar el campo en busca de las langostas. Las mariquitas, con su visión aguda, se convirtieron en guardianes del jardín, mientras que el escarabajo ideaba estrategias para distraer a las langostas si llegaban a acercarse.

Todo iba bien hasta que, un día, vieron que las langostas estaban más cerca de lo que pensaban. "¡Es ahora o nunca!", gritó el escarabajo.

Las hormigas formaron una línea delante de su hogar, listas para defenderse. Mientras tanto, los saltamontes comenzaron a saltar y hacer ruido para atraer la atención de las langostas. Las mariquitas volaron por encima, creando un espectáculo colorido que confundió a los invasores. El escarabajo, con su ingenio, lanzó pequeñas bolitas de tierra que hacía rebotar sobre las langostas, haciéndolas dudar.

Pero, cuando pensaban que el plan iba a funcionar, un gran viento comenzó a soplar. Las langostas, espantadas por el ruido y el caos, se alejaron hacia el horizonte. "¡Lo logramos!"

FIN.

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