Los Inseparables y El Nuevo Amigo
En una pequeña escuela de un barrio lleno de vida y colores, había un grupo de tres amigos muy inseparables: Sofía, Lucas y Mateo. Eran conocidos como "Los Inseparables" porque nunca se alejaban el uno del otro. Jugaban juntos, hacían los trabajos de clase juntos y se sentaban juntos en el almuerzo. Pero había un problema: no dejaban que nadie más se uniera a ellos.
Un día, mientras jugaban en el patio, apareció un nuevo compañero llamado Renzo. Era un niño tímido que se había mudado recientemente al barrio. Renzo vio a Sofía, Lucas y Mateo riendo y jugando. Con un poco de esperanza, se acercó y les dijo:
"¿Puedo jugar con ustedes?"
Pero Sofía lo miró de arriba a abajo y respondió:
"No, sólo jugamos entre nosotros. No es que no nos gustes, pero somos un equipo."
Los otros dos amigos asintieron con la cabeza, mirando a Renzo con una mezcla de curiosidad y desinterés. Renzo se sintió triste, pero no se rindió. Decidió buscar otro lugar para jugar. Mientras tanto, Sofía, Lucas y Mateo continuaron con su partido de fútbol, con risas y gritos de alegría.
Con el paso de los días, Renzo siguió intentándolo. Siempre que veía a "Los Inseparables" en el recreo, se acercaba y les pedía unirse. A veces lo intentaba con juegos de pelota, a veces con cartas. Sin embargo, la respuesta siempre era la misma.
Un día, mientras jugaban a la pelota, Lucas le dio un fuerte pase a Mateo, pero este se distrajo hablando con Sofía. La pelota salió volando y se perdió detrás de un árbol. Fueron en busca de la pelota y, mientras la buscaban, se dieron cuenta de que había algo extraño detrás del arbusto: un pequeño gatito atrapado.
"¡Miren!" gritó Mateo, señalando al gatito.
"¡Pobrecito! Hay que ayudarlo", dijo Sofía, preocupada.
Pero no podían sacarlo, el gatito maullaba y se movía de un lado a otro, y ellos no sabían qué hacer. Fue entonces cuando Renzo, que se había acercado de nuevo, se ofreció a ayudar:
"Yo puedo conseguir que salga. El año pasado hice lo mismo con un perro."
Sofía, Lucas y Mateo se miraron, primero con desconfianza, pero luego, asintieron. Renzo se acercó con calma al gatito, ofreciéndole algunos pedacitos de una galletita que había traído.
"¡Miren! Va a salir si lo atraemos con algo de comida."
Poco a poco, el gatito comenzó a acercarse a Renzo, y con un suave movimiento, él logró tomarlo en brazos. Todos quedaron maravillados por su valentía y paciencia. Cuando Renzo salió triunfante con el gatito, todos comenzaron a aplaudir.
"¡Sos un genio!" exclamó Mateo.
"Nunca pensé que lo lograrías. ¡Gracias!" añadió Sofía con una enorme sonrisa.
Fue en ese momento que Sofía, Lucas y Mateo se dieron cuenta de algo: Renzo no solo había rescatado al gatito, sino que también había demostrado ser un buen amigo.
"Te disculpamos por no haberte dejado jugar con nosotros. Nos encantaría que fueras parte del grupo. ¿Quisieras unirte a 'Los Inseparables'?" pregunto Lucas.
Renzo sonrió, sorprendido y feliz al mismo tiempo.
"¡Sí! Me encantaría ser parte de ustedes. Pero, ¿también podemos ayudar a otros amigos que se sientan solos?"
"¡Por supuesto!" dijeron a coro Sofía y Mateo.
Desde ese día, Renzo se unió al grupo. Juntos, no solo jugaban, sino que también buscaban a otros compañeros para jugar y compartir momentos. Así, el grupo de "Los Inseparables" se expandió y se llenó de nuevos amigos. Aprendieron que la amistad es mucho más linda cuando se comparte y que siempre hay lugar para más gente en el juego.
El tiempo pasó, pero los valores de la amistad y la inclusión seguían en sus corazones. Sofía, Lucas, Mateo y Renzo se convirtieron en embajadores del buen compañerismo, haciendo de su escuela un lugar más alegre y unido, donde todos podían jugar juntos y ser parte de algo especial. Y así, el patio de la escuela siempre estaba lleno de risas y juegos, recordándoles a todos que la verdadera amistad no tiene límites.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Fin.
FIN.