Los intrépidos viajes de Martín, Lucía y Sofía
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, tres niños llamados Martín, Lucía y Sofía. Eran muy buenos amigos y siempre estaban buscando nuevas aventuras para vivir juntos.
Un día soleado de verano, los tres decidieron visitar a su abuela que vivía al otro lado del pueblo. Pero había un problema: la casa de su abuela estaba al final de un camino largo y lleno de obstáculos. Sin embargo, eso no detuvo a los valientes niños.
"-¡Vamos chicos! ¡No podemos dejar que el camino nos detenga!", exclamó Martín con entusiasmo. Los tres niños se pusieron sus gorras y agarraron sus mochilas llenas de meriendas deliciosas que habían preparado con mucho amor.
Salieron corriendo por el sendero polvoriento mientras reían y jugaban. Pero pronto se dieron cuenta de que el camino era más difícil de lo que pensaban. El sol ardiente les hacía sudar y las piedras afiladas lastimaban sus pies descalzos.
"-¡Ay! ¡Esto es más difícil de lo que imaginábamos!", dijo Lucía mientras se sentaba en una piedra para descansar. Martín, sin embargo, tenía una idea brillante. Recordó haber visto un río cercano durante uno de sus paseos por el campo.
"-¡Chicos! Creo que puedo ayudarnos", dijo emocionado. Los tres siguieron a Martín hasta llegar al río cristalino. "Si cruzamos por aquí, evitaremos todas las rocas del camino", explicó Martín con una sonrisa en su rostro.
Con cuidado, saltaron sobre las piedras grandes y se ayudaron mutuamente a cruzar. Aunque sus pies se mojaron, estaban felices de haber encontrado una solución.
Una vez al otro lado del río, los niños continuaron su camino hacia la casa de su abuela. Esta vez, el sendero estaba lleno de flores silvestres y árboles frondosos que les daban sombra. "-¡Miren chicos! ¡Hay un atajo por aquí!", exclamó Sofía emocionada mientras señalaba un pequeño sendero entre los arbustos.
Siguiendo el atajo, los niños llegaron rápidamente a la casa de su abuela. Ella estaba esperándolos con una sonrisa cálida en su rostro arrugado.
Después de abrazarla fuertemente, los tres niños sacaron las meriendas que habían llevado y compartieron risas y conversaciones divertidas mientras disfrutaban de la deliciosa comida casera preparada por su abuela.
Al terminar la merienda, Martín propuso algo: "-Chicos, ¿qué les parece si regresamos a casa por un camino diferente?"Lucía y Sofía asintieron emocionadas ante la idea de tener otra aventura. Así que comenzaron a caminar por un sendero desconocido pero hermoso. Vieron aves exóticas volando sobre ellos y encontraron una cueva misteriosa llena de tesoros naturales como piedras brillantes y almejas marinas.
Finalmente, cuando el sol comenzó a ponerse en el horizonte dorado, los tres amigos llegaron a sus hogares después de una jornada llena de diversión e inesperadas sorpresas.
Esa noche antes de dormir, Martín, Lucía y Sofía se dieron cuenta de que el camino largo hacia la casa de su abuela no solo los había llevado a una deliciosa merienda, sino también a descubrir nuevas aventuras y aprender a superar obstáculos juntos.
Desde aquel día, los tres amigos siempre buscaron nuevos caminos para explorar y nunca dejaron que los desafíos les impidieran disfrutar de las maravillas que el mundo tenía para ofrecer. Y así, siguieron creciendo como valientes exploradores en busca de nuevas aventuras.
FIN.