Los Juegos de Marco en Roma



En una soleada tarde de primavera en Roma, un pequeño niño llamado Marco estaba sentado en la sombra de un árbol en el foro. Era un niño curioso y soñador, que amaba explorar la ciudad y disfrutar de los juegos que hacían felices a todos los niños de su alrededor.

"¡Hola! Soy Marco, y hoy les voy a contar sobre los juegos que juegan los niños romanos como yo!" - dijo entusiasmado mientras sus amigos se acercaban, atraídos por su energía.

"¿De qué juegos hablas, Marco?" - preguntó Lucía, una de sus mejores amigas.

"¡De muchos! Empecemos por las tabas. ¿Sabías que son de los huesos de las patas de los animales? Las recogemos y las lanzamos al aire. Gana el que consigue la mejor combinación, como si jugáramos con dados. Es muy divertido. ¡A veces, apuesto mis galletas!" - explicó Marco, mientras hacía gestos con las manos como si estuviera lanzando las tabas.

Sus amigos se rieron con la idea de apuestas de galletas. Tenían hambre, y los dulces romanos eran los mejores.

"¿Y qué más jugás?" - preguntó Tito, un niño mayor que siempre estaba buscando algo nuevo que aprender.

"También jugamos a la pelota. Es un juego muy antiguo. Nos pasamos la pelota entre nosotros y si alguien la deja caer, ¡cuenta como un punto para el equipo contrario! A veces, jugamos cerca del Tíber y la lanzamos al río, lo que genera aún más risas. ¡A veces nos armamos equipos de niños contra niñas!" - anunció Marco mientras hacía un movimiento como si estuviera dando un pase a la pelota.

"Eso suena genial, pero ¿y si la pelota se pierde en el agua?" - preguntó Lucía, un poco preocupada por los posibles problemas del juego.

"No te preocupes, hay muchos niños que nadan en el Tíber. Ellos siempre regresan con la pelota, como héroes de aventuras. ¡Hay que atreverse!" - respondió Marco con una sonrisa.

Los amigos empezaron a burlarse de la idea de rescatar la pelota del río, hasta que Marco continuó:

"Y también jugamos al lanzamiento de arcos. Hacemos nuestros propios arcos y flechas con madera!" - indicó Marco con entusiasmo. "Nos paramos a una distancia y tratamos de dar en un blanco que hacemos en la tierra. ¡Es como ser un guerrero romano por un día!".

"¿Apostás galletas en eso también?" - preguntó Tito con picardía.

"Por supuesto, ¡el que falla tiene que dar su postre! Pero debemos tener cuidado con las flechas, siempre lanzo hacia el suelo, no hacia los árboles. ¡La última vez se me quedó atrapada la flecha en una rama!" - dijo Marco riendo.

Los amigos se rieron mientras imaginaban al despreocupado Marco tratando de recuperar la flecha. Pero de repente, una nube oscura cubrió el sol, y algunos rayos comenzaron a caer.

"¡Miren! Se viene una tormenta" - exclamó Lucía, mirando al cielo. Todos miraron hacia arriba, nerviosos por la lluvia que se aproximaba.

"No hay que preocuparse, podemos pasar el tiempo bajo el árbol" - sugirió Marco.

"¡Pero no podremos jugar ninguno de nuestros juegos!" - se lamentó Tito.

Entonces, Marco tuvo una brillante idea.

"¡Esperen! ¿Y si inventamos un juego nuevo aquí mismo y ahora?"

"¿Qué tipo de juego?" - preguntó Lucía, intrigada.

"Podemos jugar a contar historias mientras estamos bajo la lluvia. Cada uno puede inventar un personaje que haya jugado en nuestros juegos, ¡incluso podemos meter en la historia a un héroe que rescate la pelota del Tíber!" - sugirió Marco, con los ojos brillantes.

Los amigos aceptaron emocionados, e incluso comenzaron a juntar elementos de la naturaleza para hacer disfraces improvisados. Las hojas eran capas, las ramitas, espadas, y con un par de piedras hicieron un hermoso tablero donde contarían sus historias.

"Yo seré un guerrero que lucha contra un monstruo del río, ¡y la pelota es el tesoro que debo recuperar!" - dijo Lucía, adoptando una postura heroica.

"Y yo seré el monstruo!" - exclamó Tito, mientras se retorcía de risa.

"¡Y yo seré el sabio que ayuda al guerrero!" - dijo Marco con determinación.

Así pasó la tarde, bajo la lluvia pero llenos de risas y aventuras. Después de un tiempo, cuando finalmente salió el sol, los amigos se sintieron más unidos que nunca.

Cuando se despedían al final del día, Lucía sonrió y dijo:

"A veces, incluso en un día lluvioso, podemos encontrar formas creativas de jugar juntos. ¿Cuál será nuestro siguiente juego, Marco?"

"Cualquier cosa, mientras estemos juntos es todo lo que importa." - respondió Marco, sonriendo mientras se alejaban por el camino.

Y así, Marco y sus amigos aprendieron que la imaginación puede convertir cualquier día en una emocionante aventura y que los juegos van más allá de las normas y los materiales, radicando en el vínculo y la creatividad.

FIN.

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