Los jugos mágicos de Ana
Había una vez una niña llamada Ana, que estaba muy emocionada porque se acercaba su cumpleaños.
Su mamá le había encargado comprar vasos de distintos tamaños, taper de distintos tamaños y cucharas de distintas medidas para hacer jugos deliciosos para la fiesta. Ana salió rumbo a la tienda con su lista en mano.
Al llegar al pasillo donde estaban los vasos, se encontró con una gran variedad: algunos eran altos y delgados, otros cortitos y anchos, y también había unos medianitos que parecían perfectos para servir el jugo. Ana pensó detenidamente y decidió elegir los vasitos medianitos. Luego fue a buscar los tapers. Había tantas opciones que no sabía cuál esagarrar.
Había taperes grandes para guardar mucha comida, otros más pequeños ideales para llevar un snack al colegio, e incluso unos muy coloridos que llamaban mucho la atención. Ana analizó cada uno cuidadosamente y finalmente eligió un taper mediano con tapa hermética.
Por último, llegó a la sección de las cucharas. Allí encontró cucharitas pequeñas como las que se usan para el café, otras más grandes como las de sopa e incluso unas gigantes que parecían sacadas de un cuento de hadas.
Ana reflexionó sobre qué medida sería la adecuada y decidió tomar las cucharitas medianas. Con todos los elementos en su canasta, regresó felizmente a casa para preparar los jugos sorpresa para sus amigos en el cumpleaños.
El día del cumpleaños llegó rápidamente y Ana estaba ansiosa por sorprender a todos con sus deliciosos jugos. Colocó los vasitos medianitos sobre la mesa, llenó el taper mediano con frutas frescas y preparó las cucharitas medianas junto a cada vaso.
Cuando sus amigos llegaron, quedaron asombrados al ver la variedad de tamaños de los recipientes. Todos se preguntaban qué sorpresas les esperaban dentro de esos vasos y tapers. Uno por uno, Ana comenzó a servir los jugos en los vasitos medianitos.
Los colores vibrantes y las combinaciones de sabores hicieron que todos se emocionaran aún más. Al probar los jugos, sus amigos no podían creer lo ricos que estaban. Cada uno tenía un sabor diferente y especial.
Algunos eran más dulces, otros más ácidos; algunos tenían trocitos de fruta mientras que otros eran suaves como una caricia en el paladar. Todos disfrutaron tanto de aquellos jugos únicos que empezaron a pedirle a Ana la receta secreta.
Ella sonrió orgullosa y les explicó cómo había elegido cuidadosamente cada recipiente para resaltar el sabor y la presentación de sus creaciones.
Desde ese día, Ana aprendió una valiosa lección: no siempre es fácil tomar decisiones cuando hay muchas opciones disponibles, pero si prestamos atención a cada detalle y analizamos nuestras necesidades, podemos encontrar soluciones creativas y sorprendentes. Y así fue como Ana se convirtió en una experta en crear experiencias deliciosas para compartir con sus amigos.
Cada cumpleaños era una oportunidad para poner en práctica su imaginación y hacer magia con los vasos, tapers y cucharas de distintos tamaños.
FIN.