Los juguetes de Lola y la noche mágica
Era una noche tranquila en la habitación de Lola. Las estrellas brillaban en el cielo y la luna iluminaba suavemente el cuarto. Era hora de que todos se prepararan para dormir. Cada noche, los juguetes de Lola tenían una rutina muy especial para asegurarse de que ella pudiera descansar bien. Pero aquella noche no sería una noche cualquiera.
- ¡Es hora de nuestra rutina de dormir! - dijo Tubby, el osito de peluche, mientras se estiraba.
- ¡Sí! Primero, le contamos un cuento a Lola antes de que se duerma - añadió Títere, la marioneta, que siempre estaba lista para una historia.
Los juguetes se alinearon junto a la cama, listos para ayudar a Lola a cerrar los ojos.
- ¡Yo tengo un cuento perfecto! - exclamó Títere. - Se trata de una aventura en un reino donde todos los animales hablaban.
- ¡Genial! - dijo Tubby. - Pero no olvidemos el ritual del abrazo grupal antes de la historia.
Los juguetes se apretujaron unos contra otros y, en un abrazo cálido, comenzaron a cantar una canción suave. Mientras lo hacían, las luces de la habitación parecían danzar junto a sus voces.
Pero, de repente, la puerta se abrió. Era un nuevo juguete, una pequeña muñeca llamada Mia, que había llegado a la casa de Lola ese mismo día.
- ¡Hola! - dijo Mia con timidez. - No sabía que tenías una rutina. ¿Puedo unirme?
- ¡Por supuesto! - respondió Tubby. - Pero primero, tenemos que hacer el abrazo grupal de bienvenida.
Mia, emocionada, se unió al abrazo. Era su primer día y ya tenía nuevos amigos, pero mientras se acercaban todos a la cama, Mia se dio cuenta de que estaba un poco nerviosa.
- No sé si soy lo suficientemente divertida para contar una historia - comentó, mirando hacia el suelo.
- No te preocupes - le dijo Títere. - Lo que importa no es ser divertida, sino compartir lo que nos gusta. ¡Adelante! ¿Tienes algún cuento?
Mia respiró hondo y pensó por un momento.
- Bueno... no exactamente un cuento, pero puedo contarles sobre un lugar mágico que visité en un sueño. En mi sueño, había un bosque lleno de colores y un río que cantaba canciones.
Los juguetes miraron a Mia, sus ojos llenos de expectativa.
- ¡Eso suena increíble! - exclamó Tubby. - ¡Cuéntanos más!
- Había un árbol gigante que regalaba dulces de todos los sabores. Y en las noches, el cielo brillaba con luces de colores - continuó Mia, cada palabra pintando una hermosa imagen en la mente de sus amigos.
Mientras Mia narraba su historia, Lola se acomodó en su cama, sonriendo y escuchando atentamente. Pero, de repente, el cuarto comenzó a llenarse con un suave haz de luz. Era como si el mismo sueño de Mia se estuviera metiendo en la habitación.
- ¡Miren! - gritó Títere. - ¡Es magia!
Todos los juguetes observaban, asombrados, mientras pequeños destellos de luces danzaban alrededor de ellos. La habitación se llenó de un suave brillo, y todos sintieron que estaban en el bosque mágico de Mia.
- ¡Esto es increíble! - exclamó Tubby, mientras daba vueltas, tratando de tocar las luces.
- ¡Nunca había visto algo así! - añadió Títere, tratando de atrapar una luz como si fuera una mariposa.
Mia miraba con los ojos muy abiertos, cada vez más emocionada al ver cómo su historia cobraba vida. Pero pronto, sintió una pequeña preocupación.
- Chicos, pero... ¿qué pasa cuando la historia termina? No quiero que la magia se vaya.
- ¡No te preocupes! - contestó Tubby, poniendo su pata sobre el hombro de Mia. - La magia de las historias no se va, siempre estará en nuestros corazones. Solo tenemos que seguir contando. Una historia puede terminar, pero siempre puede comenzar otra.
Las luces comenzaron a desvanecerse lentamente, pero los juguetes no se sentían tristes. Habían vivido un momento maravilloso juntos, lleno de imaginación y amistad.
- Gracias, Mia - dijo Títere. - Tu sueño fue mágico y siempre será parte de nosotros.
- Sí - agregó Tubby con una sonrisa. - Y ahora tenemos que dormir, pero mañana podemos hacer nuestra rutina de cuentos aun más interesante. ¿Qué les parece si cada uno de nosotros comparte una historia de su propio mundo?
Mia sonrió, sintiéndose ya parte del grupo.
- ¡Eso sería genial! - dijo, entusiasmada. - Prometo traer la historia más asombrosa que tengan. ¡Hasta mañana!
- Buenas noches, compañeros - dijo Tubby. - Que tengan sueños llenos de magia.
Con eso, los juguetes se acomodaron en sus lugares, y la habitación quedó en calma mientras Lola se dormía plácidamente, lista para soñar.
Al final, los juguetes aprendieron que en cada historia hay un pedacito de magia, pero que lo más importante es compartir la amistad y la creatividad, no importa cuán pequeñas o grandes sean nuestras historias. Así, cada noche, nuevas aventuras aguardaban al caer el sol en la habitación de Lola.
FIN.