Los juguetes generosos de Lucas



Había una vez un niño llamado Lucas, a quien le encantaba jugar con sus juguetes. Tenía una colección increíble de autos, muñecos y pelotas que atesoraba como si fueran tesoros.

Sin embargo, Lucas tenía un problema: no le gustaba compartir sus juguetes con sus amigos. Un día, Lucas invitó a su amigo Martín a jugar en su casa.

Martín estaba emocionado por la idea de pasar la tarde juntos, pero al llegar se dio cuenta de que Lucas no quería prestarle ninguno de sus juguetes. "¿Por qué no me prestas uno de tus autos para jugar?", preguntó Martín con tristeza. Lucas frunció el ceño y respondió: "Mis juguetes son solo míos. No me gusta compartirlos".

Martín se sintió decepcionado por la actitud de su amigo, pero decidió no darle importancia y buscar otra forma de divertirse.

Mientras tanto, en el cuarto de Lucas se escuchaba un ruido extraño que provenía del armario donde guardaba sus juguetes. Intrigado, Martín se acercó al armario y lo abrió lentamente.

Para su sorpresa, encontró a los juguetes de Lucas ¡hablando entre ellos!"¡Es injusto que nos tenga encerrados todo el tiempo! Queremos ser usados y compartidos con otros niños", dijo el auto rojo. "Sí, es verdad. Jugar solos todo el tiempo nos aburre", agregó la muñeca bailarina. Martín escuchaba atentamente mientras los juguetes expresaban sus deseos de ser compartidos y disfrutados por más personas.

De repente, el oso de peluche miró a Martín y le pidió ayuda para convencer a Lucas de cambiar su actitud. Sin dudarlo, Martín salió del cuarto y buscó a Lucas para contarle lo que acababa de descubrir.

Al principio, Lucas no creyó las palabras de su amigo hasta que juntos regresaron al cuarto y vieron cómo los juguetes les pedían ser liberados. "¿Por qué nunca nos dejás salir? Queremos jugar con tus amigos también", dijo la pelota indignada.

Lucas reflexionó sobre lo ocurrido y finalmente entendió que compartir era importante para hacer felices a los demás y también a sus propios juguetes.

Entonces decidió invitar a todos sus amigos a jugar juntos y les permitió elegir cualquier juguete para divertirse sin restricciones. Desde ese día en adelante, Lucas aprendió la valiosa lección de compartir con generosidad y descubrió lo feliz que podía hacer sentir a los demás al abrir su corazón (y su caja de juguetes).

Y así, todos vivieron muchas aventuras juntos llenas de risas, juegos cooperativos ¡y amistad verdadera!

FIN.

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