Los lápices mágicos



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una caja llena de lápices de colores. Cada uno de ellos era único y especial, con colores brillantes y vibrantes que alegraban a todos los que los veían.

Pero entre todos los lápices, había cuatro amigos inseparables: Rojo, Azul, Amarillo y Verde. Rojo era el más audaz y valiente de todos. Siempre estaba listo para enfrentar cualquier desafío que se le presentara.

Azul era el más tranquilo y reflexivo. Siempre pensaba antes de actuar y ofrecía consejos sabios a sus amigos cuando lo necesitaban. Amarillo era el más optimista y alegre del grupo.

Su risa contagiosa llenaba el aire cada vez que contaba uno de sus chistes divertidos. Y por último, pero no menos importante, estaba Verde. Era el más creativo e imaginativo de todos ellos. Siempre tenía nuevas ideas para dibujar o historias emocionantes para contar.

Un día, mientras jugaban juntos en la mesa del salón de clases, llegó una noticia triste: la escuela iba a cerrar debido a problemas económicos. Los niños estaban devastados al enterarse de esto ya que significaba separarse unos de otros.

Los lápices estaban preocupados por sus amigos humanos y decidieron hacer algo al respecto. Se reunieron en secreto esa noche para idear un plan para ayudar a salvar la escuela. "¿Qué podemos hacer?", preguntó Rojo con determinación.

"Podemos organizar un espectáculo benéfico", sugirió Amarillo. "¡Sí! Podríamos dibujar cuadros increíbles utilizando todos nuestros colores y venderlos para recaudar dinero", agregó Verde emocionado. Los lápices trabajaron toda la noche, dibujando paisajes hermosos, animales exóticos y personajes fantásticos.

Cada uno de ellos puso su corazón en cada trazo, sabiendo que estaban haciendo algo importante. Al día siguiente, organizaron un gran espectáculo en el patio de la escuela. Invitaron a todos los niños del pueblo y mostraron sus increíbles obras de arte.

Los cuadros eran tan maravillosos que todos quedaron impresionados por el talento de los lápices. La gente comenzó a hacer ofertas por los cuadros y pronto se formó una larga fila.

Los lápices estaban felices al ver cómo su esfuerzo estaba dando frutos. Sabían que estaban ayudando a salvar la escuela y mantener unida a su comunidad.

Después de muchas horas, todos los cuadros se vendieron y se recaudó suficiente dinero para mantener abierta la escuela durante todo el año. Los niños del pueblo celebraron con alegría mientras abrazaban a sus amigos lápices. "¡Lo logramos!", exclamó Azul emocionado. "Gracias por ser valientes y creativos", dijo Verde mirando a sus amigos con gratitud.

"No podría haberlo hecho sin ustedes", agregó Rojo orgulloso. "Somos más que simples lápices, somos amigos verdaderos", concluyó Amarillo sonriendo. Desde ese día, los lápices siguieron siendo inseparables y continuaron creando arte juntos.

Aprendieron que la amistad verdadera puede superar cualquier obstáculo y que cada uno de ellos era valioso en su propia forma única. La escuela nunca volvió a cerrar y los niños del pueblo siempre recordaron el increíble espectáculo benéfico organizado por sus amigos lápices.

Y así, la amistad entre estos seres únicos y valiosos se mantuvo firme en el corazón de todos, inspirando a otros a creer en la magia de la amistad verdadera.

FIN.

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