Los Maestros del Río Ribota en el País de Oz
Era un día soleado en el colegio Río Ribota. Los maestros estaban en una reunión, discutiendo nuevas formas de enseñar a sus alumnos. De repente, un fuerte viento sopló, y unas hojas brillantes giraron en el aire. | - ¿Qué fue eso? - exclamó la maestra Ana, sorprendida. | - ¡Parece un tornado! - gritó el profe Julián. | En cuestión de segundos, un remolino de colores arrastró a los maestros hacia un lugar mágico. Cuando la bruma se disipó, se encontraron en un curioso campo amarillo. | - Esto es muy extraño - dijo la maestra Luz, observando a su alrededor. | - ¿Será que hemos llegado al País de Oz? - se preguntó el profe Miguel, emocionado.
Los maestros comenzaron a explorar. Vieron caminos de ladrillos amarillos y, al fondo, un enorme castillo brillante. | - ¡Vamos! - propuso la maestra Ana. | Así que decidieron seguir el camino de ladrillos. A poco andar, encontraron a un espantapájaros colgado de un poste. | - ¡Ayuda, por favor! - suplicó el espantapájaros. | - No puedo moverme, necesito un cerebro.
Los maestros, movedizos y buenos, ayudaron al espantapájaros a descender. | - Gracias, gracias - dijo el espantapájaros. - Soy el Espantapájaros de Oz. ¿Me llevan con el Mago?
Después de presentarse, los maestros aceptaron ayudarlo. Continuaron su camino y se encontraron con un hombre de hojalata que parecía atascado en un tronco. | - Ayúdame a salir de aquí - dijo el Hombre de hojalata, que sonaba melancólico. | - Necesito un corazón. Si me ayudan, les prometo que seré su amigo.
Los maestros, siempre dispuestos a ayudar, hicieron un gran esfuerzo y lograron liberarlo. | - Ustedes son muy valientes - dijo el Hombre de hojalata, con una sonrisa. - Ahora todos juntos, vamos a encontrar al Mago.
Mientras continuaban, la bruma comenzó a espesar. | - ¡Cuidado! - gritó el profe Julián. Un enorme león apareció, rugiendo. | - ¡No se acerquen! - asustó a los maestros. | - No queremos pelear - dijo la maestra Ana, levantando las manos. | - Estoy asustado y tengo miedo de mí mismo - confesó el león, con lágrimas en los ojos.
Los maestros se miraron entre sí, comprendiendo que el león necesitaba ayuda. | - Puede que no tengas valor, pero eso se puede cambiar - dijo la maestra Luz, con dulzura. | - Ven y acompáñanos, tal vez el Mago te ayude a encontrarlo.
Juntos, llegaron al castillo del Mago de Oz. | - ¡Mago! - llamaron todos. | De repente, el Mago apareció, envuelto en humo y en un gran destello.| - ¿Qué deseos traen a mi reino? | - Queremos ayuda para nuestros nuevos amigos - respondió la maestra Ana.
El Mago les explicó que cada uno de ellos ya tenía lo que necesitaban en su interior. | - A veces solo necesitamos un poco de ayuda y amistad para descubrirlo - dijo con una sonrisa. | Después de compartir risas y historias, el Mago les enseñó valiosas lecciones sobre la amistad, el trabajo en equipo y la valentía.
Finalmente, cuando estaban listos para regresar a su mundo, el Mago les dio un regalo especial: un libro lleno de historias sobre lo que habían aprendido en su viaje. | - ¡Esto será útil para nuestras clases! - exclamó la maestra Ana. | Cuando el tornado del principio volvió a aparecer, los maestros se despidieron de sus nuevos amigos. | - ¡Hasta pronto, Espantapájaros! - gritaron todos. | - ¡Gracias por todo, valientes! - respondió el Hombre de hojalata. | Cuando el viento del mundo real los rodeó, los maestros se encontraron nuevamente en el colegio.
Con una mirada de satisfacción, la maestra Luz dijo: | - Aunque fue una aventura mágica, lo más importante es lo que hemos aprendido, y que cada uno lleva en su corazón el valor, la amistad y la inteligencia.
Y así comenzó un nuevo capítulo en el colegio Río Ribota, donde todos los días eran una aventura de aprendizaje y amor. | - ¡Vamos a contarles a los chicos! - sugirió el profe Julián. | - ¡Sí! - respondieron todos al unísono, emocionados.
FIN.