Los Magos Verdes



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques frondosos, un grupo de amigos llamados Lucas, Martina y Tomás.

Estos tres niños eran amantes de la naturaleza y siempre se aventuraban a explorar los rincones más escondidos del lugar. Un día, mientras caminaban por el bosque, escucharon un extraño ruido proveniente de lo profundo del bosque. Curiosos como eran, decidieron adentrarse para descubrir qué era lo que estaba sucediendo.

Al llegar al origen del ruido, se encontraron con algo inesperado: ¡era la Naturaleza misma hablando! Un árbol gigante se había convertido en un ser mágico y les hablaba con voz grave y temblorosa. -¡Niños! -dijo el árbol- Necesito su ayuda.

El Creador de la Naturaleza ha sido corrompido por el mal y está causando estragos en todo el mundo natural. Los animales están asustados y las plantas están marchitándose. Necesito que me ayuden a encontrar una solución.

Los niños estaban sorprendidos pero no dudaron ni un segundo en aceptar la misión. Juntos emprendieron un viaje lleno de peligros hacia el Monte Celeste, donde según el árbol gigante vivía el Creador.

En su camino se encontraron con criaturas fantásticas como duendes traviesos que intentaban hacerles tropezar o sirenas encantadoras que trataban de distraerlos con sus cantos seductores. Pero los valientes amigos no dejaron que nada los detuviera. Finalmente llegaron a la cima del Monte Celeste y allí encontraron al Creador.

Pero para su sorpresa, no era un ser terrorífico como habían imaginado. Era un anciano con barba blanca y una sonrisa amable en su rostro. -¡Oh, niños! -dijo el Creador- Me alegra ver que han venido a ayudarme.

He sido corrompido por el mal y he estado causando daño sin darme cuenta. Mi poder se ha descontrolado y necesito que me ayuden a recuperar el equilibrio.

Los amigos escucharon atentamente al Creador y juntos idearon un plan para devolverle la paz a la Naturaleza. Decidieron recolectar semillas de plantas sanas y alimentarlas con amor y cuidado hasta que crecieran lo suficiente como para reemplazar las plantas marchitas.

Durante días, los niños trabajaron arduamente regando las semillas, protegiéndolas de los animales hambrientos e incluso cantándoles canciones de esperanza. Poco a poco, las plantas comenzaron a florecer nuevamente, trayendo vida y color al mundo natural. El Creador observaba con orgullo cómo los niños restauraban su creación.

Agradecido por su ayuda, les otorgó un regalo especial: cada uno recibiría una pequeña planta mágica que les permitiría hablar con los animales y cuidar de la naturaleza siempre que lo necesitaran.

Con sus nuevos poderes mágicos, Lucas, Martina y Tomás se convirtieron en guardianes de la Naturaleza. Juntos enseñaron a otros niños sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y preservar la belleza de la naturaleza.

Y así, gracias a su valentía y determinación, los amigos lograron devolverle la paz al mundo natural. Desde aquel día, cada vez que alguien se adentraba en el bosque, podía escuchar las risas y canciones de los niños mientras cuidaban y protegían a todos los seres vivos que habitaban allí.

Y así concluye esta historia llena de aventuras y enseñanzas sobre el valor de cuidar nuestro entorno natural. Recuerda siempre respetar y proteger la Naturaleza, pues es un regalo maravilloso que debemos preservar para las futuras generaciones.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!