Los Medallones del Misterio


Había una vez, en un pequeño colegio de un pueblo tranquilo, un grupo de amigos llamados Martín, Sofía y Lucas. Eran inseparables y siempre estaban en busca de aventuras emocionantes.

Una noche, mientras caminaban por los pasillos del colegio abandonado que se encontraba cerca de sus casas, escucharon extraños ruidos provenientes del aula de música. Intrigados y valientes como eran, decidieron investigar. Al abrir la puerta del aula, se encontraron con una sorpresa escalofriante.

El lugar estaba lleno de instrumentos musicales rotos y polvorientos. De repente, las luces comenzaron a parpadear y una melodía tenebrosa empezó a sonar desde el piano. -¡Qué miedo! ¿Qué está pasando aquí? -exclamó Sofía asustada.

- No lo sé, pero debemos descubrirlo -dijo Martín con determinación-. Vamos a encontrar la fuente de esta música terrorífica. Los tres amigos avanzaron cautelosamente hacia el piano y vieron cómo las teclas se movían solas al ritmo de la melodía macabra.

Decididos a resolver el misterio, buscaron pistas por todo el lugar hasta que encontraron un viejo diario escondido detrás del atril. Lucas abrió el diario tembloroso mientras Martín sostenía su linterna para alumbrar las páginas amarillentas.

Descubrieron que el antiguo profesor de música había desaparecido misteriosamente hace muchos años en ese mismo lugar. - ¡Seguro que este fantasma es quien toca el piano! -sugirió Sofía.

Decididos a ayudar al espíritu en pena del profesor, los amigos buscaron la manera de comunicarse con él. Recordaron una leyenda que decía que el fantasma solo podría descansar en paz si alguien lograba tocar su composición inacabada.

Con valentía, Martín se sentó frente al piano y comenzó a interpretar las notas que faltaban en la partitura. A medida que tocaba, las luces se estabilizaron y la melodía tenebrosa fue reemplazada por una canción hermosa y reconfortante. De repente, una figura etérea apareció ante ellos.

Era el fantasma del profesor de música, quien les agradeció por haber encontrado su diario y completado su obra maestra. - ¡Muchas gracias, valientes chicos! Ahora podré descansar en paz -dijo el fantasma con gratitud-. Les dejaré un regalo como muestra de mi agradecimiento.

El espectro desapareció lentamente mientras dejaba caer tres medallones brillantes sobre el piano. Los amigos sabían que esos amuletos eran especiales y estarían siempre conectados entre sí sin importar dónde estuvieran.

Con sus corazones llenos de alegría y orgullo, los tres amigos salieron del colegio abandonado sabiendo que habían ayudado a un espíritu en pena y vivido una aventura increíble juntos.

Desde aquel día, Martín, Sofía y Lucas siguieron compartiendo muchas más aventuras emocionantes mientras llevaban consigo los medallones mágicos como símbolo de su amistad eterna. Aprendieron que, incluso en los momentos más aterradores, la valentía y la amistad siempre triunfan sobre el miedo.

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