Los Mellizos Solidarios



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, dos mellizos muy traviesos llamados Lara y Elian. Eran inseparables y les encantaba jugar juntos todo el día.

Sin embargo, a veces su travesura los metía en problemas con su mamá. Una tarde soleada, Lara y Elian decidieron jugar al escondite en el parque del pueblo.

Mientras corrían y se escondían detrás de los árboles, accidentalmente derribaron una canasta llena de flores que una señora mayor acababa de colocar con mucho cuidado. - ¡Ay, no! ¿Qué hicimos, Lara? -susurró Elian con preocupación. La señora mayor salió de su casa al escuchar el estruendo y frunció el ceño al ver a los mellizos junto a la canasta rota.

- Lo siento mucho, señora. Fue un accidente -se disculpó Lara con sinceridad. La señora mayor suspiró y les explicó lo importante que eran esas flores para ella.

Lara y Elian se sintieron mal por lo ocurrido y decidieron ayudarla a reagarrar las flores y arreglar la canasta. La señora mayor les sonrió agradecida por su gesto. - Gracias chicos, veo que tienen buen corazón debajo de tanta travesura -dijo la señora mientras acariciaba sus cabezas.

Esa noche, durante la cena, mamá notó que algo andaba diferente en sus hijos. Estaban más callados de lo normal y parecían reflexivos. - ¿Pasa algo chicos? -preguntó mamá preocupada.

Lara tomó aire y contó toda la historia sobre las flores de la señora mayor. Mamá escuchaba atentamente mientras ellos relataban cómo habían roto la canasta sin querer pero luego ayudaron a arreglarlo todo.

Mamá los miró con orgullo en sus ojos y les dijo: "A pesar de sus travesuras, siempre hacen lo correcto al final". Les explicó lo importante que era ser honestos cuando cometían errores y cómo un pequeño acto de bondad podía hacer feliz a alguien más.

Desde ese día, Lara y Elian aprendieron que aunque les gustara divertirse haciendo travesuras, también era fundamental ser responsables y amables con los demás. Ayudaban en casa sin protestar e incluso compartían sus juguetes con otros niños del vecindario.

La historia sobre las travesuras de Lara y Elian se extendió por todo Villa Alegre, pero esta vez no era por alguna travesura graciosa sino por su acto de bondad hacia la señora mayor.

Todos comenzaron a verlos como dos niños traviesos pero con un gran corazón lleno de nobleza. Y así, Lara y Elian demostraron que incluso los más traviesos pueden tener un lado amable si siguen el camino correcto.

Y desde entonces, cada vez que alguien necesitaba ayuda en Villa Alegre sabían que podían contar con los mellizos para brindar una mano amiga.

FIN.

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