Los miedos que no existen



Había una vez tres amigos que se llamaban Milton, Shair y Leo. Un día, mientras jugaban en el parque, decidieron ir a buscar monstruos y dragones.

- ¡Vamos chicos! - dijo Milton emocionado - ¿Quién sabe qué aventuras nos esperan? - Sí, será divertido enfrentarnos a monstruos gigantes - agregó Shair con entusiasmo. Leo no estaba muy seguro de la idea pero no quería quedarse atrás así que decidió unirse al plan.

Los tres amigos se pusieron en marcha hacia el bosque cercano. El camino era largo y lleno de obstáculos, pero ellos estaban preparados para lo que fuera necesario. Después de caminar por varias horas, finalmente llegaron al bosque.

Todo parecía tranquilo hasta que escucharon unos ruidos extraños. - ¿Qué es eso? - preguntó Leo asustado. - No lo sé, pero puede ser uno de los monstruos o dragones que estamos buscando - respondió Milton con determinación.

De repente apareció ante ellos un enorme dragón con alas gigantes y dientes afilados. Los tres amigos temblaron de miedo al verlo. - ¡Corramos! - gritó Shair mientras comenzaba a correr tan rápido como podía.

Milton y Leo también comenzaron a correr detrás de ella pero se dieron cuenta rápidamente de que el dragón los estaba persiguiendo.

- Tenemos que hacer algo para detenerlo - dijo Milton pensativo mientras corrían sin rumbo fijo por el bosqueDe pronto encontraron una cueva oscura y decidieron entrar allí para esconderse del dragón. Pero cuando entraron en la cueva, se dieron cuenta de que no estaban solos. Había un grupo de monstruos pequeños y amigables.

- Hola chicos - dijo uno de los monstruos con una sonrisa - ¿Qué hacen por aquí? - Estamos buscando a los grandes monstruos y dragones - respondió Milton con valentía. Los pequeños monstruos empezaron a reírse. - Los grandes monstruos y dragones no existen - dijo el más viejo del grupo.

- ¿Cómo que no existen? ¡Acabamos de ver un enorme dragón afuera! - exclamó Shair sorprendida. - Eso fue solo una ilusión creada por el miedo que tienen dentro de ustedes mismos - explicó el viejo monstruo sabiamente.

Los tres amigos se miraron entre sí y comenzaron a reflexionar sobre lo que acababa de decirles el anciano monstruo. Entonces comprendieron que habían estado persiguiendo algo inexistente todo el tiempo.

Finalmente decidieron salir de la cueva y enfrentar sus miedos juntos, sin importar lo grande o peligroso que pareciera. Y así lo hicieron, caminando hacia adelante con coraje hasta llegar al final del bosque donde encontraron un hermoso paisaje lleno de flores silvestres y animales pacíficos.

De regreso en casa, los tres amigos se sentían muy orgullosos de sí mismos por haber superado sus miedos e ilusiones. Comprendieron que las aventuras pueden ser emocionantes pero también pueden enseñarnos lecciones importantes para nuestra vida diaria.

FIN.

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